Sinfónico Anri Sala

El New Museum de Nueva York presenta su mayor muestra americana

Nueva York,
Anri Sala. Answer me
Anri Sala. Answer me

Ayer el New Museum neoyorquino abrió al público “Answer Me”, la mayor muestra dedicada hasta ahora en Estados Unidos al aclamado Anri Sala, artista albanés residente en Berlín que ha explorado en su producción de qué modo la arquitectura puede modificar nuestra percepción del sonido en particular y de la música en general.

Para Nueva York ha preparado una suerte de experiencia sinfónica específica para los espacios del New Museum: se despliega a lo largo de sus plantas segunda, tercera y cuarta y consta de instalaciones de audio y vídeo multicanal.

Desde sus trabajos videográficos de los primeros años noventa, Sala ha utilizado estrategias documentales para examinar los pormenores de la vida cotidiana en su Albania natal tras la caída del régimen comunista, fijándose sobre todo en el rol jugado por la memoria y el lenguaje a la hora de narrar y de percibir la historia social y política de su país, y ya a partir de la década de los 2000 ha investigado fundamentalmente en sus vídeos los efectos psicológicos de las experiencias acústicas y las posibilidades del sonido para evocar imágenes y emociones contrapuestas, desde la nostalgia al entusiasmo.

Sus trabajos destacan por la riqueza de sus narrativas visuales y la sutilidad de su desarrollo, en relación con fragmentos de la vida cotidiana: a veces experimenta con escenas ficticias que aluden a retratos enigmáticos de costumbres sociales de las que el artista realiza observaciones íntimas, extrayendo conclusiones personales.

Tanto en sus vídeos como en sus performances, Anri Sala ha colaborado con músicos profesionales, sobre todo desde 2005: lo vemos en Long Sorrow, pieza de ese mismo año, o Answer Me (2008); en ambas obras los músicos entonan réquiems por las historias humanas fallidas que un día murieron y de las que la arquitectura circundante fue testigo.

Ocurre también en Le Clash (2010) y en Tlatelolco Clash (2011), vídeos en los que organilleros tocan en calles desiertas melodías reconocibles que nos transmiten más incertidumbre e inquietud que calma, pese a resultarnos conocidas, por el hecho de interpretarse en espacios vacíos que nos invitan a pensar en la alienación humana.

Estos trabajos podemos contemplarlos en Nueva York, y de la muestra del New Museum también forma parte la performance 3-2-1 (2011-2016), en la que el saxofonista André Vida improvisa jazz a partir de la música grabada (lamentaciones) de Jemeel Moondoc. El resultado: una pura y encantadora catarsis.

En sus obras más recientes, Sala ha continuado indagando en la percepción del sonido en relación con la arquitectura donde este se escucha. En The Present Moment (in B-flat) juega con otras posibles interpretaciones de Verklärte Nacht de Schoenberg, abstrayendo notas individuales de la composición, y en Ravel Ravel (2013), pieza que presentó en la 55ª edición de la Bienal de Venecia representando a Francia, ofreció dos interpretaciones del Concierto para piano en re mayor del compositor en una cámara semianecoica, un espacio diseñado para absorber el sonido. El artista recompuso el tempo del concierto para cada una de las versiones, de modo que ambas sonaron sin sincronizarse produciendo ecos, una experiencia paradójica en un espacio en el que los ecos reales son imposibles.

 

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