Simón Arrebola y las trampas de la memoria

Presenta en Herrero de Tejada pinturas, dibujos y maquetas que son dispositivos afectivos

Madrid,

Ha contado en alguna ocasión Simón Arrebola que se considera un escenógrafo: elabora pinturas y dibujos (y en parte también, por esa razón, maquetas) en los que maneja modos muy peculiares de introducir al espectador en el espacio y en el tiempo, es decir, de situarnos en el marco donde nos narra sus relatos. Esa narración tiene un peso fundamental en su trabajo y a la hora de plantearla parte de recuerdos, de experiencias de orígenes diversos que guarda en la memoria, de imágenes mentales o incluso de mitos y leyendas. Sus interiores y sus naturalezas no nos seducen tanto por su valor descriptivo como por remitir a personas y épocas, con las que forman un todo susceptible de ser evocado desde ese carácter híbrido.

El artista jienense presenta desde hoy su segunda muestra en la madrileña Galería Herrero de Tejada: “Dispositivos afectivos”. Veremos una serie de óleos, dibujos y maquetas en las que, nuevamente, aborda la relación de la memoria individual con el tiempo y con la imaginación, porque es muy consciente Arrebola de que la subjetividad y la fantasía desempeñan un rol fundamental en nuestras recreaciones del pasado. Entiende recuerdo y creatividad como campos que se interrelacionan y completan: la segunda, según el autor, enhebra los instantes que almacena el primero, los recompone como si fuera hilo de sutura.

Y justamente los trabajos que ahora presenta en Madrid tienen su origen en esa memoria virtual del artista: sus espacios tienen en la biografía de Arrebola un punto de partida (y en su imaginación, un desarrollo); remiten a los recorridos que, siendo niño, realizaba por la empresa de muebles de su padre y a las historias que ideaba a partir de esos enseres, de formas y colores atractivos para atrapar a los clientes, que encontraba sala a sala (en Muebles DECO, para curiosos). Pero el negocio se transforma aquí en símbolo de su recorrido vital, en un sentido amplio: como en más de un ejemplo literario, los espacios físicos se convierten en metáforas de las interioridades y adquieren funciones psicológicas.

Simón Arrebola. Sillas Windsor enfrentadas
Simón Arrebola. Sillas Windsor enfrentadas

Aquellos muebles, como las propias piezas de la exposición, son dispositivos afectivos propicios a la memoria y la metáfora y con ellos ha querido Arrebola plantear posibilidades de representación visual del funcionamiento de nuestro bagaje nemotécnico: propone la idea de que nuestros recuerdos vienen a la mente en momentos dados como ondas sonoras en esa caja de resonancia que es nuestro cerebro, y que allí son inconscientemente actualizados para dar lugar a narrativas de aquel pasado, estas sí nuevas, elaboradas desde el presente.

Olvidos subjetivos, tiempos transcurridos y actualidades convulsas hacen que esos episodios anteriores nunca se rememoren de la misma manera y que rellenemos, inevitablemente, las lagunas de la psique con las aportaciones de nuestra inventiva, de una imaginación muy propia y sugestionada. En los trabajos que forman parte de “Dispositivos afectivos” encontraremos personajes nuevamente híbridos desempeñando papeles diversos (y relevantes) e interactuando entre sí desde una gestualidad que sugiere perplejidad y extrañeza.

Simón Arrebola. La gran desbandada
Simón Arrebola. La gran desbandada

Se trata de seres a medio camino entre lo humano y lo animal: una suerte de pájaros carpinteros, figuras fundidas con la madera de los muebles -piel y objeto hechos uno y dependientes- que protagonizan coreografías que a su vez traen al presente ese “ajuar mental” del artista, intentando esquivar las alucinaciones y trampas interesadas de la mente. Es posible interpretar que ha representado aquí Arrebola los espacios supuestamente seguros, casi los búnkers, en los que intentamos encerrar algunos de nuestros recuerdos con el fin de que ninguna circunstancia o tiempo pueda transformarlos. Esos hombres-pájaro parecen trabajar a destajo y ensimismados, otros se pelean, algunos transmiten una incómoda desidia y guardan sus misterios: Existe un Principio de Reversibilidad universal -dice Arrebola- por el cual sabemos que todo cuanto no podemos ver o detectar con alguno de nuestros sentidos, en justa correspondencia, tampoco podrá ni ver ni detectarnos a nosotros. Así los microbios, así el futuro, así las estrellas ubicadas más allá de nuestro horizonte de sucesos, así el interior de alguien que pasa y saluda, así el 100% de la gente que ha muerto. Cuando vemos una película no la vemos porque sus personajes no pueden vernos. Pero para entenderlo hay que imaginar que es como si la norma fuera que los hijos no se parecieran físicamente a ninguno de los padres, para no verse en ellos. No es fácil. Pero hay que entenderlo.

¿Y las maquetas? En ellas el artista preparó sus pinturas, ensayó proporciones y juegos de luces y sombras. No solo le ayudaron a fijar las imágenes que después quería llevar a sus óleos, sino que también le permitieron reflexionar más a fondo sobre los modos de trabajo de la memoria, conectándolos con sus narrativas propias, de ahí sus estructuras laberínticas y sus evocaciones del sueño.

Simón Arrebola. Luminaria
Simón Arrebola. Luminaria

 

Simón Arrebola. “Dispositivos afectivos”

GALERÍA HERRERO DE TEJADA

c/ Hermosilla, 49 entreplanta

Madrid

Del 9 de mayo al 15 de junio de 2019

 

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