Escultura siglo XXI: de los límites al grado cero

La Fundació Joan Miró analiza la evolución contemporánea de esta disciplina

Barcelona,

Es escultor, autor de instalaciones de carácter documental que revisan los temas más comúnmente tratados por el arte en el siglo XX y también ejerce David Bestué como comisario, en la Fundació Joan Miró de Barcelona, de la muestra “El sentido de la escultura”, que analiza las transformaciones habidas en la práctica de esta disciplina en nuestro siglo y también los caminos de los artistas actuales para bucear en sus orígenes.

Pasado y presente de las tres dimensiones dialogan por tanto en esta exhibición, planteada en siete secciones en las que se estudia tanto la atención contemporánea al punto de partida del medio escultórico como la recurrente voluntad de acercarse a sus límites, contando con un centenar de obras de autores internacionales y trayectorias muy diversas, de Gaudí a Eva Lootz y de Julio González a Sarah Lucas, pasando por Alexander Calder, Joan Miró, Lygia Clark, On Kawara, Bruce Nauman, David Medalla, Susana Solano, Pipilotti Rist o Marisa Merz. Como trasfondo, abordan sus piezas el concepto de copia, la cuestión de la materialidad, el espacio entre sujeto y objeto o las posibilidades de la representación del cuerpo humano.

Los avances tecnológicos conocidos en el siglo XIX, y la crisis en la noción de representación artística que aparejaron, conllevaron, no solo en el ámbito escultórico pero en él también, un deseo hasta entonces inédito de atrapar lo real. Desde entonces, nuevos marcos teóricos, dispositivos e imaginarios han introducido cambios en una técnica que se resiste a quedar, sin embargo, desgajada de sus raíces: estrategias formales actuales beben de las pasadas y la genealogía del medio se enriquece a partir de esas asociaciones. Los procesos crecen en maleabilidad sin decaer la mirada hacia las gramáticas originales de quienes primero trabajaron con las manos.

"El sentido de la escultura". © Fundació Joan Miró, Barcelona. Fotos: Davide Camesasca
“El sentido de la escultura”. © Fundació Joan Miró, Barcelona. Fotografía: Davide Camesasca

El recorrido de esta exhibición no solo comprende las salas expositivas habituales de la Fundación, sino también el vestíbulo, el patio del Olivo, la sala del Tapiz o la sala de esculturas y se vertebra, como adelantábamos, en siete apartados correspondientes a otros tantos conceptos esenciales en el campo escultórico a lo largo de la historia.

Recuerda Bestué que el trabajo a partir de moldes se entendió desde la época renacentista como una práctica menor que no podía alumbrar obras artísticas como tales. Llegó a calificarse esta técnica, incluso, como arte infame, pues generaba piezas que no se inspiraban directamente en la naturaleza sino que, de algún modo, robaban sus formas; más adelante, hay que mencionar, se valieron de moldes creadores que buscaban poner en cuestión el valor otorgado a la autoría y la originalidad. Así, Ars Infamis es el primer ámbito de la muestra y estudia la evolución del concepto de copia, de huella y de molde en el paso de los siglos, revisando los distintos procedimientos empleados para copiar objetos por Antoni Gaudí, para la fachada de la Sagrada Familia, o por Bruce Nauman y Karin Sander, entre otros, en piezas más contemporáneas.

Una de las vías elegidas por los escultores de los siglos XX y XXI para relacionarse con el grado cero de este arte ha sido el análisis de sus elementos. Si, hasta las primeras décadas del siglo XX, se cedió cierta primacía a la forma sobre la materia, las prácticas más recientes suelen implicar una ruptura con esa jerarquía formal para abrirse a la experimentación con el uso de materiales de todo tipo y generar otro tipo de vínculos con lo real, más directos y cercanos. Bajo el título de Crudo, una segunda sala de la exposición reúne a Dieter Roth, Robert Smithson, Eva Lootz y Perejaume, en razón de su osadía en el uso de esos materiales.

A continuación se nos habla de espacio para explorar las propiedades físicas ligadas intrínsecamente a toda producción escultórica: la gravedad, el peso, la masa, el volumen, la maleabilidad o el equilibrio. Sin la reflexión artística sobre estos condicionamientos no puede explicarse la eclosión de la escultura de vanguardia y su evolución hasta hoy y en este apartado contemplaremos trabajos que nos devuelven como espectadores un determinado enfoque sobre la dimensión física de nuestro propio cuerpo en el entorno de las salas. De esta sección forman parte, de hecho, obras de figuras que cambiaron el curso de la práctica escultórica en el siglo pasado, como Alexander Calder, Carl André, Richard Serra, Marisa Merz e Isa Genzken.

"El sentido de la escultura". © Fundació Joan Miró, Barcelona. Fotos: Davide Camesasca
“El sentido de la escultura”. © Fundació Joan Miró, Barcelona. Fotografía: Davide Camesasca

La contemporaneidad ha traído, asimismo, la disolución de los límites tradicionales entre sujeto y objeto y, aún más, la exploración de la idea misma de transformación aplicada a la escultura, por eso el mito de Dafne y Apolo y la metamorfosis de la ninfa en laurel simbolizan el siguiente ámbito de la exposición: Objeto doble. La escultura se nos presenta aquí como un juego de mutaciones y un proceso de cambio que, a veces, se manifiesta como reciclaje; se han seleccionado con ese fin obras de Apel·les Fenosa, Robert Gober, Ester Partegàs o el mismo Miró.

Además de con el espacio, la talla puede relacionarse con el tiempo, operando en ella las nociones de duración, temporalidad, progresión e incluso de captura del instante, que no tienen que ver solo con la fotografía y que han abordado escultores de todas las épocas. La sección Presente continuo reúne piezas arqueológicas anónimas creadas con el fin de encapsular momentos y detener metafóricamente los minutos junto a proyectos de artistas contemporáneos que han investigado la representación de la inmaterial temporalidad, como Thomas Hirschhorn y On Kawara. Veremos en este punto la videoproyección Doble luz (2010) de Pipilotti Rist, dispuesta sobre un bronce de Miró.

La muestra finaliza examinando la importancia del cuerpo humano como desafío en su representación y como referencia esencial para la escultura a lo largo de toda su historia e incluso buscando su subversión. El mito de Pigmalión, que pretendió la creación de una escultura tan perfecta que pudiera cobrar aliento vital en Galatea, ha pervivido hasta nuestro tiempo, pese a que desde la Ilustración el deseo de emular lo divino quedara en plano secundario frente al desarrollo científico.

Sin morir nunca, la representación académica del cuerpo humano como ideal de belleza innegablemente ha sido relegada frente a la reivindicación artística de todo tipo de corporalidades y estados físicos, por eso en Un cuerpo nuevo Bestué confronta variadas aproximaciones históricas a la captación de la anatomía humana, desde un modelo anatómico decimonónico a obras del siglo XX a cargo de Julio González, Henrik Olesen o Claudia Rebeca Alonso.

Por último, y trascendiendo las características del objeto, la representación formal de los cuerpos o del movimiento, recuerda “El sentido de la escultura” que muchos artistas han buscado materializar intangibles, como las emociones o el deseo sexual. En Contacto se sugiere la dimensión emocional de esta disciplina a partir de las incursiones en ese terreno resbaladizo de Silvia Gubern, Susana Solano, June Crespo o Wolfgang Tillmans.

"El sentido de la escultura". © Fundació Joan Miró, Barcelona. Fotos: Davide Camesasca
“El sentido de la escultura”. © Fundació Joan Miró, Barcelona. Fotografía: Davide Camesasca

 

 

“El sentido de la escultura”

FUNDACIÓ JOAN MIRÓ

Parc de Montjuïc

Barcelona

Del 15 de octubre de 2021 al 6 de marzo de 2022

 

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