Sean Scully, racional y romántico

Thaddaeus Ropac muestra en Seúl sus series recientes

Seúl,

A lo largo de su casi medio siglo de carrera, Sean Scully ha partido de rasgos de la abstracción europea y la norteamericana para generar un amplio cuerpo de trabajo a medio camino, además, entre la búsqueda de dramatismo pictórico y la delicadeza.

Tras la retrospectiva, itinerante, que en 2022 le brindó el Philadelphia Museum of Art, Thaddaeus Ropac presenta en Seúl, a partir del próximo septiembre, una selección de nuevos trabajos del irlandés pertenecientes a sus series Wall of Light y Landline, en una muestra llamada “Soul”, término que implica un juego de palabras -una tradición, por cierto, en el país de origen del autor- entre la ciudad que acoge la exposición y la naturaleza de las pinturas de Scully en sí, un espíritu que, ha reflexionado, es lo único que realmente poseemos, dado que todo lo demás sería alquilado, incluso el cuerpo.

Las investigaciones formales del artista se han basado , y sigue siendo así, en la utilización de rayas y bloques; en las nuevas piezas que podremos ver en Seúl, realizadas tras su reciente regreso a Londres, se ha valido además de un tono gris semejante al del acero para evocar la luz melancólica que rodea su estudio en Kentish Town, una zona del norte de la capital británica a la que justamente hace referencia la composición Kentish Town Blue Red (2024), de la citada serie Wall of Light.

Sean Scully pintando Wall Melancholia, 2018. Fotografía: Nick Willing
Sean Scully pintando Wall Melancholia, 2018. Fotografía: Nick Willing

Junto con la propia influencia de ese entorno urbano, Scully cita la “luz muscular de Constable” como otra inspiración clave para su producción última: comparte con ese gran paisajista su interés por capturar las condiciones atmosféricas específicas de lugares concretos en momentos determinados; podemos decir que reinventa, desde su lenguaje no figurativo, las escenas pastoriles del artífice de El carro de heno. En las creaciones recogidas en Thaddaeus Ropac encontraremos bloques o rayas sutilmente abigarrados, en azul, rojo, verde y púrpura, sobre soportes diversos: cobre, aluminio y lino. Las modulaciones tonales imbuyen las piezas de una luminosidad que se nutre, no solo de Constable, sino de la tradición del paisaje europeo en su conjunto; se ha referido el artista a su afán por aunar dos corrientes normalmente distanciadas en los estudios historiográficos: la racional o ilustrada y la romántica.

La plasmación de la luz a través de matices cromáticos es el eje del conjunto Wall of Light, que el artista inició precisamente tras observar cómo la luz natural se reflejaba sobre las piedras apiladas en las construcciones mayas del Yucatán mexicano: su filtración a través de los bloques verticales y horizontales, dispuestos en formaciones irregulares, que dejan huecos entre ellos a través de los que se cuelan los rayos del sol. Su manejo del pigmento en esa serie ha sido cada vez más expresivo y libre: podemos detectar capas de pintura subyacentes bajo pinceladas superpuestas.

Al hacer visible la naturaleza procesual de sus trabajos, quiere encapsular Scully la calidad transitoria y siempre cambiante de la luz ambiental, de modo que, como ha descrito el crítico de arte Hans-Joachim Müller, cada composición tenga “su propio clima, su propio perfil emocional”. Si en Wall London Green (2024) dispone el amarillo del sol junto a un verde primaveral y un rosa que evoca la cálida luz de un día de verano, los melocotones y naranjas que hierven a fuego lento entre los bloques de Kentish Town Blue Red parecen tomados de los colores quemados del atardecer.

En cuanto a Landline, su punto de partida es el serialismo musical, un método de composición que consiste en repetir elementos musicales sumando variaciones en tono, dinámica y timbre. Al trasladar ese procedimiento a sus composiciones pictóricas, repitió el motivo de la línea del horizonte cinco o seis veces en cada caso, incorporando variaciones en modulaciones tonales y gestualidad. Aunque es fácil recordar, ante estas obras, los campos de color de Rothko, Scully reclama una distinción fundamental entre la invocación de lo sublime perseguida por los expresionistas abstractos estadounidenses y su propia práctica, que aborda las relaciones existenciales contemporáneas con el medio ambiente a través de una sugerencia de lo telúrico en líneas horizontales. Cree el irlandés que al abstraer nuestra relación con la naturaleza la hemos hecho más remota, por eso su reto en estas pinturas ha sido acercarlas a esa naturaleza sin renunciar a su lenguaje abstracto.

Quien quiera disfrutar de la producción de este autor algo más cerca puede acudir a la Iglesia de san Nicolás de Caen, hasta el 22 de septiembre, o al Château d’Oiron de Plaine-et-Vallées, que exhibe sus pinturas, esculturas y obras en papel y, desde finales de año, también una escultura monumental de piedra en forma de torre, que podrá verse con carácter permanente.

Marcadas por su honda relación con el lugar donde se crearon, unas y otras piezas vienen a incidir en el estrecho entrelazamiento de la experiencia personal y la investigación formal que sigue sosteniendo la práctica artística de Scully. En sus palabras, tu sentido del color es como tu voz al cantar: surge de tu espíritu.

Sean Scully. Landline Drifting, 2024
Sean Scully. Landline Drifting, 2024

 

 

Sean Scully. “Soul”

THADDAEUS ROPAC SEÚL

1-2F, 122-1 Dokseodang-ro

Yongsan-gu, Seúl

Del 3 de septiembre al 9 de noviembre de 2024

 

Comentarios