Más de tres mil piezas componen las colecciones de Javier Santos Lloro, obras de arte y de vida fechadas desde la Edad Media hasta hoy (la mayoría en los dos últimos siglos) y atesoradas conforme a un criterio completamente subjetivo que las dota, a cada una y en su conjunto, de significados nuevos: se trate de arte aragonés del medievo al barroco y de creaciones populares, máscaras, juguetes o títeres; imágenes y objetos todos que translucen una visión humanística peculiar que tiene que ver con lo inocente e ingenuo (con la transmisión de emociones) y que en muchos casos fueron creados desde la ignorancia del canon o desde su desafío.
Decir que Santos Lloro procede de una familia vinculada a la creación es quedarse corto: es sobrino de Grau Sala, Santos Torroella y Ángeles Santos, primo de Julián Grau Santos y hermano de Manuel y Antonio Santos; sus interés son extensos y transitan entre el arte que convencionalmente forma parte del discurso museístico y el realizado por niños o el vinculado a la fiesta, el juego y el ámbito de lo cotidiano. No está de más recordar que en la producción de sus familiares artistas es posible apreciar, igualmente, un lenguaje plástico vinculado a lo ingenuo; algunas de sus piezas forman parte de los fondos del coleccionista junto a trabajos de autores que también se dejaron atraer por los trazos de evocación infantil (Barradas, Bartolozzi…) y por formatos hasta hace unas décadas considerados en los márgenes de lo artístico.
Está previsto que esta colección tenga una sede permanente en Benasque y que se estructure en dos espacios: uno dedicado a las artes decorativas desde el medievo hasta el siglo XVIII, haciendo hincapié en el caso aragonés, y otro al llamado “arte ingenuo”, antes contemplado como no culto. Pero mientras tanto una selección de estos fondos se presenta al público por primera vez: en la Sala de Exposiciones de la Diputación de Huesca y hasta el próximo febrero.
Se han reunido setecientos trabajos en un recorrido que se inicia con obras datadas entre los siglos XI y XVI, cuando todas las clases sociales eran público real y objetivo del arte. Coexisten entre ellas las de temática religiosa y profana y, más adelante encontraremos las citadas manifestaciones de arte popular, vinculadas a la vida diaria o a lo lúdico y en ocasiones anónimas. Unas y otras piezas tienen en común su tendencia a la inocencia y la expresión no mediatizada de emociones; decía Antonio Santos que la ingenuidad era un estado del alma y una manera de ser y estar; para Javier es también un motivo de fascinación.
Pueden extraerse de esta exposición reflexiones sobre los nexos entre arte y objetos cercanos y también sobre la vertiente comunicativa y expresiva del arte en el paso de los siglos: se pone de relieve que el tiempo no ha transformado en sus esencias (sí en sus soportes) la creación popular, pero sí ha sido mayor la evolución de la llamada creación “culta”, sujeta a corrientes en constante transformación. En este sentido, una de las piezas esenciales de “Arte ingenuo”, que así se llama la exposición, es una chimenea altoaragonesa datada a fines del siglo XVI o principios del XVII; ese objeto era entonces, en este contexto, eje de reuniones familiares e institucionales. Su programa iconográfico recoge preocupaciones existenciales de aquella época y atemporales: un corazón mariano es símbolo protector, el sol es vida y fertilidad, las representaciones del hombre y la mujer aluden a la importancia entonces de la caza o del trabajo doméstico y el arco celeste que culmina el conjunto presenta dos ángeles que son mediadores de la gracia de Dios.
La importancia del arte infantil en las colecciones de Santo Lloro se condensa en trabajos de los siglos XIX y XX; fue en la contemporaneidad cuando, como nos recordó una reciente muestra en la Fundación Juan March, muchos artistas vieron en la mirada y el trazo de los niños modelos para las vanguardias, por su frescura ajena a convenciones. En Huesca encontraremos trabajos realizados por niños, realistas y de perspectivas torpes pero con soluciones originales, y juguetes llevados a cabo por pequeños estadounidenses a principios del siglo XX que explican el contexto de la infancia entonces. Dialogan con esos objetos obras realizadas desde la libertad de medios e incorporando fragmentos del universo infantil por Vázquez Díaz, Ángeles Santos, Fermín Aguayo, Sucre o Isidro Ferrer, entre otros.
El juego, la fiesta, lo cotidiano y el arte impreso cuentan con secciones propias en la muestra. Encontraremos, como decíamos, marionetas, juegos, juguetes… llevados a cabo por adultos para niños; hay que recordar que esos juguetes constituyeron una fuente de soluciones plásticas para muchos artistas, desde Torres García y Barradas, por la ausencia práctica de reglas de la que derivaban. Tampoco faltan objetos ligados a ferias itinerantes, máscaras carnavalescas, autómatas, dioramas, juguetes eróticos y monigotes de juegos de tiro que podríamos considerar esculturas autónomas.
Sáenz de Tejada, Rosario de Velasco, Grau Sala, Xavier Nogués, Ramón Gaya, Celso Lagar o Guinovart hicieron incursiones temáticas en el mundo de la mascarada, el circo o las artes escénicas, aproximándose al mundo infantil o ingenuo desde cierta ironía, y su producción también forma parte de las colecciones de Santos Lloro.
Entre las piezas cotidianas con una vertiente creativa más allá de lo funcional veremos imágenes vestideras, maniquíes, salvillas, figuras protectoras, sombrereras… la mayoría de origen francés. Algunas de ellas, hieráticas, se nos presentan talladas en madera, siendo más evidente su aire primitivo; otras en cartón piedra; y en Huesca dialogan con otros trabajos cuya iconografía se aproxima a lo popular, de autores como los mencionados Torres García, Ángeles Santos, Grau Sala, Lagar… y también de Francisco Bores, Olga Sacharoff, Sunyer o Manolo Hugué.
Respecto al arte impreso, podremos contemplar materiales fechados entre fines del siglo XIX y la Guerra Civil: libros infantiles, piezas anónimas de la literatura de cordel, revistas satíricas, recortables, humor gráfico… en ocasiones bajo la influencia del noucentisme y la vanguardia. Algunas de estas obras transmitieron la propaganda y las ideas pedagógicas de los tiempos.
La exposición se acompaña de una publicación con textos de José Corredor Matheos, Josep Casamartina, Juan Manuel Bonet, Javier y Antonio Santos y con numerosas actividades: una convocatoria artística, talleres, una conferencia dramática y un programa didáctico.
“Arte ingenuo. Colección Santos Lloro”
SALA DE EXPOSICIONES DE LA DIPUTACIÓN DE HUESCA
c/ Porches de Galicia, 4
Huesca
Del 25 de septiembre de 2020 al 7 de febrero de 2021
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