Rosa Brun, vibración en madera y papel

Su obra reciente se expone en la Galería Fernández-Braso

Madrid,

En la pasada edición de Apertura Madrid Gallery Weekend, la Galería Fernández-Braso abrió al público su segunda exposición dedicada a Rosa Brun, artista madrileña cuya obra colorista dialoga con los espacios y arquitecturas donde se expone y que, aunque se nos presenta siempre sobre el muro, no está ligada a él de forma indeleble, sino que sus trabajos parecen flamear pese a su formato amplio y su peso. A través tanto del cromatismo de estas piezas, como de la fragmentación de las superficies, logra que interactúen con los lugares donde se exhiben, y los vacíos que quedan entre ellas adquieren importancia en nuestra percepción hasta llegar a integrarse en las mismas, un desafío a los límites de lo pictórico.

A lo largo de su carrera, ha elaborado Brun pinturas sobre tela apoyadas en planchas pesadas de aluminio o madera que evocaban esculturas suspendidas en el espacio, con volúmenes, sombras y una aparente ligereza que contrastaba con esos materiales empleados. En las tonalidades, también despliega contrastes casi musicales: entre las cálidas y las frías, entre las que sugieren equilibrio y las que insinúan caos. Y el blanco de las paredes habitual en las salas expositivas hace el resto.

Vista de la exposición de Rosa Brun en la Galería Fernández-Braso
Vista de la exposición de Rosa Brun en la Galería Fernández-Braso
Vista de la exposición de Rosa Brun en la Galería Fernández-Braso
Vista de la exposición de Rosa Brun en la Galería Fernández-Braso

El dominio de la geometría en su obra, por otro lado, no excluye la emoción ni la sugerencia de lo indeterminado: trabaja Brun con formas geométricas que proponen una relación entre su orden reconocible y las demandas de lo no predeterminado en el acto creativo, de una gestualidad más vinculada al inconsciente que a la razón.

Ya en 2016 expuso Fernández-Braso la obra de la autora madrileña; en aquella ocasión, trabajos de acabado depurado e industrial, con planos angulosos, superposiciones, colores vibrantes y esa mencionada voluntad de superar las fronteras de lo pictórico, atendiendo a la estela dejada por la producción de Rothko o Newman, de vocación trascendental. En las piezas fechadas entre 2019 y 2020 que forman parte de la actual exposición, abierta hasta el 31 de octubre, encontraremos también tonalidades vivas y en contraste y procedimientos creativos que transitan entre la pintura, el relieve y el collage, pero Brun ha evolucionado, además, hacia una acentuación de su interés por las calidades de los materiales y por las texturas de los mismos, sobre todo por las naturales. Incide en la intensidad expresiva de la madera o el papel y también en la fragmentación (y por ello en el dinamismo) de las composiciones, rasgos que pueden recordarnos los métodos de Imi Knoebel o Günther Förg.

Sobre esas fases en la carrera de Brun escribió Juan Manuel Bonet en la retrospectiva que el CEART de Fuenlabrada le brindó en 2017: Si ha pasado por momentos en que casi ha podido parecer una aplicada heredera de la austeridad puritana de un Donald Judd, ha habido otros –ver por ejemplo su reciente exposición en Fernández-Braso- en que su modo de recortar y cuestionar el soporte, de desbordar sus límites, más bien podría remitir a un cierto tipo de ejercicios de manipulación de los elementos de la pintura que fueron marca de la casa francesa Support-Surface, tan dada a descomponer los elementos de la pintura…

Vista de la exposición de Rosa Brun en la Galería Fernández-Braso
Vista de la exposición de Rosa Brun en la Galería Fernández-Braso

Introduce la artista las emociones, ese terreno indeterminado del que hablábamos, al explicar las superposiciones presentes en trabajos como Eris: El lienzo de lino se pega sobre franjas estrechas de madera pintadas con óleo, sobre bastidores irregulares, superpuestos en diferentes escalas, tapándose unos a otros, dejando ver y percibir sus contrastes, sus puntos de encuentro, sus bordes, en saltos de volumen que nos acercan y nos hacen retroceder al mismo tiempo, que nos devoran y nos exigen distancia… como ocurre siempre con la pasión, el miedo, la contemplación y la regla.

Y en Eris, y en obras como Dysnomia, Namaka o Casiopea, se asoma también a las relaciones geométricas en el espacio: La imagen de los astros es una imagen que desde la Tierra nos aparece inmaterial, no los podemos tocar, no nos podemos acercar a ellos, sin embargo nos fascina la relación entre ellos y esa es evidentemente una relación geométrica, esa relación ha fascinado al hombre desde la noche de los tiempos y por eso tenemos constelaciones, la osa mayor, la osa menor, Casiopea.. etc. Relaciones geométricas que el hombre ha intentado buscar entre los astros, relaciones que existen en su mente y que hacen que las imágenes tengan un sentido pleno que ya el hombre no puede separar de lo que contempla. La geometría es un espacio musical, que procede de la misma estructura del universo, de su armonía. Así como la música es una relación matemática entre las notas, la geometría es el espacio donde los números cantan su canción eterna.

Rosa Brun. Eris, 2020
Rosa Brun. Eris, 2020

 

 

Rosa Brun

GALERÍA FERNÁNDEZ-BRASO

c/ Villanueva, 30

Madrid

Del 10 de septiembre al 21 de noviembre de 2020

 

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