Roberta González, entre dos mundos

Roberta González. La tâche bleue, 1956

El IVAM acoge la retrospectiva más completa dedicada hasta ahora a la artista, hija de Julio González

Valencia, 13/03/2012


“Roberta y Julio González”

INSTITUTO VALENCIANO DE ARTE MODERNO. IVAM
c/ Guillem Castro, 118
46003 Valencia
Del 14 de marzo al 17 de junio de 2012
Lunes y martes, de 10:00 a 17:00 horas
De miércoles a domingo y festivos, de 10:00 a 20:00 horas

La hija única de Julio González nació en París en 1909 y se educó rodeada de grandes artistas, comenzando por su padre, pero también por Brancusi, Joaquín Torres-García y Picasso. Formada en la Academia Colarossi, desarrolló su primera producción bajo la fuerte influencia de Julio González e inspirándose en una minuciosa observación del natural. En 1937 conoció a Hans Hartung, quien con el tiempo se convertiría, además de en su marido, en otra de las grandes referencias de su obra.

A menudo se considera que los trabajos de Roberta González se mueven entre dos esferas: la permanente alusión a la naturaleza y la exploración de las posibilidades expresivas de la abstracción. Su lenguaje plástico destaca por la riqueza de sus recursos y su carácter experimental, sugerente y personal.

La exhibición que, desde mañana, le dedica el Instituto Valenciano de Arte Moderno, reunirá cerca de ochenta obras de todas sus etapas, desde sus primeros dibujos hasta las piezas finales en los que queda patente el brillo de su autonomía plástica. El recorrido de la muestra comienza, llamativamente, por el final, por los trabajos de gran formato propios de su madurez. Les siguen torsos, máscaras o piezas vinculadas a la mitología de Leda, temáticas muy presentes en la obra de Roberta hasta su fallecimiento en 1996.

Roberta González. Sin título, 1952

En la exposición estas piezas se completan con una treintena de cabezas, torsos y esculturas de mujeres sentadas realizadas por Julio González que nos permitirán comprobar el origen de las preocupaciones estéticas de su hija. Pero es en sus dibujos, dispuestos en la última sala de la exhibición, donde esa influencia paterna se hace más evidente, ya que las esculturas expuestas de Julio coinciden cronológicamente con los pasteles, gouaches y dibujos tempranos de su hija.

Uno de los aspectos más atractivos de esta muestra, además de la puesta en valor de la producción de una artista eclipsada a menudo en difusión por su padre y por Hans Hartung, es el estudio exhaustivo de sus aportaciones desde un punto de vista completo y no parcial ni ligado en exclusiva al contexto familiar. En “Roberta y Julio González” es el segundo quien acompaña a la primera, y no al revés.

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Roberta González

Sin título, 1950

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Julio González

Petit masque aéré, hacia 1932-1933

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