Robert Doisneau, el mago del blanco y negro

La Térmica abre una retrospectiva del fotógrafo

Robert Doisneau. Retrospectiva

LA TÉRMICA

Avenida de los Guindos, 48

Málaga

Málaga,

De la mano de diChroma photography, el centro cultural La Térmica de la Diputación de Málaga nos ofrece hasta el 7 de enero una retrospectiva de uno de los más entrañables retratistas de las calles de París y sus habitantes: Robert Doisneau, también conocido como el poeta de los momentos puros.

Se compone de medio centenar de imágenes en blanco y negro, bien conocidas por el gran público (al menos por el espectador asiduo a buscar fotografías con encanto en Internet) y seleccionadas para la ocasión, en la mayoría de los casos, por los herederos y responsables del legado del francés. El propósito de la exhibición es ofrecernos una lectura tan exhaustiva como crítica y actualizada de las razones de la espontánea belleza de la producción de Doisneau, una obra que, pese a su innegable atractivo estético, presenta un trasfondo más complejo y profundo de lo que parece a un primer vistazo.

París es un teatro en el que se paga el asiento con el tiempo perdido

Nacido en 1912 en Gentilly, a las afueras de París, Doisneau se formó como grabador litográfico y a finales de los años veinte comenzó a fotografiar, en principio imágenes sin personas, debido a su timidez. En 1931 se incorporó como ayudante al taller de André Vigneau, y de su mano conoció a Prévert y también la obra de Brassai o Kertész. París y las calles de Gentilly fueron entonces sus objetivos antes de comenzar a retratar adultos y niños envueltos en el marasmo urbano y a una comedida distancia.

FIN DE SU JUVENTUD, INICIO DE SU FOTOGRAFÍA PLENA

Tras cerrarse el taller de Vigneau, el artista comenzó a trabajar en una fábrica de la que en 1939 fue despedido por su impuntualidad, y aquel despido motivó su dedicación plena a la fotografía y también, en sus propias palabras, el fin de su juventud. Colaboró durante medio siglo con la agencia Rapho y también, más puntualmente, con publicaciones como Le Point, para la que retrató a Picasso, Braque o Léautaud.

Residió siempre en París, investigando al máximo sus rincones y mostrándonoslos desde un enfoque humanista. Para la revista Life realizó su imagen más célebre, y también más controvertida, El beso del Hôtel de Ville, que le dio el éxito tanto en Francia como en Estados Unidos y le facilitó exhibir su obra en el MoMA junto a Brassai o Ronis.

Su década fue la más prolífica fue la de los cincuenta: recibió encargos publicitarios para varias publicaciones de moda y no cesó de mostrarnos visiones de la capital francesa llenas de ternura y humanismo y nacidas de horas de observación y de su amor por lo sencillo. Dijo: París es un teatro en el que se paga el asiento con el tiempo perdido. Yo me plantó allí con mi pequeño rectángulo y espero.

 

 

 

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