Exquisitez en lámina: Rembrandt grabador

El Thyssen malagueño exhibe 35 de sus estampas

Málaga,

José Lázaro Galdiano custodió en vida una completa colección de grabados de Rembrandt: el genio flamenco llevó a cabo cerca de trescientas estampas entre 1620 y 1665, llegó a ser tan o más conocido por estas piezas que por sus pinturas y su reputación en el terreno gráfico puede medirse a la de Durero, Goya y Picasso.

Los asuntos que abordó en este tipo de trabajos fueron los mismos que trató en sus lienzos, si bien en esta técnica Rembrandt pudo experimentar en su representación seguramente con mayores dosis de libertad, demostrando que podía dotar de vivacidad y elegancia a sus escenas fuesen cuales fuesen sus medios.

Treinta y cinco de esas cincuenta estampas adquiridas por Lázaro Galdiano, hoy en los fondos del museo del coleccionista en Madrid, pueden contemplarse hasta enero en el Museo Carmen Thyssen de Málaga: se trata de retratos, autorretratos y escenas religiosas -entre las que destacan la Pasión de Cristo y episodios de las vidas de los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob- y dan cuenta de que el Rembrandt grabador, a lo largo de su evolución, llegó a alcanzar el virtuosismo sin peros que logró en sus telas en cuanto al uso del claroscuro, la plasmación de los detalles y la inventiva en las composiciones.

Rembrandt. Rembrandt y Saskia (Pareja), 1636 . Museo Lázaro Galdiano
Rembrandt. Rembrandt y Saskia (Pareja), 1636 . Museo Lázaro Galdiano

En un recorrido comisariado por Carmen Espinosa, jefa de Conservación del Lázaro Galdiano, detectaremos la importancia que concedió al dibujo meticuloso y a la precisión del trazo en sus primeras obras, y su paulatina adquisición de soltura en el transcurso de las décadas hasta que, en las más tardías, se aproximó a las interpretaciones más libres de los motivos escogidos que llegó a desplegar en sus pinturas.

Trabajó tanto en aguafuerte como en buril y punta seca, demostró su maestría a la hora de hacer brotar la luz de los negros para alumbrar un dramatismo teatral y en ocasiones realizó diferentes versiones de una misma escena -llevan por nombre estados– para conseguir que, mediante la incorporación de nuevas líneas, sombras y detalles, las atmósferas presentaran novedades, enriqueciéndose sus lecturas.

Entre las piezas ahora reunidas en el Thyssen malagueño, merece la pena prestar atención al realismo psicológico logrado en sus retratos familiares o de las clases privilegiadas holandesas; en los autorretratos en los que, además de enseñarnos su progresivo envejecimiento, supo transmitirnos igualmente estados de ánimo; y especialmente atender a sus estudios de figuras.

Estos últimos resultan fundamentales para contemplar, bajo su prisma, su producción al completo: ensayaba en ellos las proporciones entre los miembros, el movimiento del cuerpo y los volúmenes anatómicos. También sus paisajes aportan claves para comprender su manejo de la luz, mientras sus escenas de género brindan datos interesantes en torno al ajuar y las costumbres de la vida cotidiana en el ámbito flamenco en el siglo XVII.

Rembrandt. El artista y la modelo, 1637-1641. Museo Lázaro Galdiano
Rembrandt. El artista y la modelo, 1637-1641. Museo Lázaro Galdiano

Las conocidas dificultades económicas llevaron a Rembrandt a vender su taller de estampación; las láminas de cobre de sus grabados quedaron entonces dispersas. Clement de Jonghe, impresor y amigo, fue el primero en hacerse con ellas, pero más tarde pasaron a manos del marchante y coleccionista Pieter de Haan y del grabador francés Claude H. Watelet, coleccionista y admirador del artista.

En todo caso, las estampas editadas durante las décadas posteriores a la muerte del autor son de una calidad enorme y algunas de ellas se incluyen en esta exhibición, como Abraham e Isaac, Jacob acariciando a Benjamín, Jesús y la samaritana, Cristo en la Cruz, el Retrato de la madre de Rembrandt o su Descendimiento, estampado por Justus Danckerts en los últimos años del siglo XVII.

De Watelet las láminas pasarían al grabador Pierre-François Basan y, de él, a su hijo Henri Louis. Algunas de esas estampaciones, llamadas “impresiones Basan”, pueden contemplarse asimismo en Málaga —hablamos de La Sagrada Familia, Circuncisión en el establo, El tributo de la moneda, La resurrección de Lázaro, Autorretrato o El artista y su modelo—.

Más adelante, las láminas llegarían al editor August Jean y al grabador Auguste Bernard, que realizaron nuevas impresiones, y en 1906 el afortunado en hacerse con ellas fue el coleccionista Alvin-Beaumont, que a su vez conmemoró el tercer centenario del nacimiento de Rembrandt con la puesta en marcha de varias ediciones.

El análisis de los grabados de Rembrandt en realidad no es sencillo, pues la mayoría de los propietarios de los cobres originales, debido al éxito perdurable de las obras, realizaron durante más de dos siglos modificaciones sobre ellos, superponiendo unos a otros y enmarañando la datación.

En todo caso, esta muestra del Thyssen permite al público disfrutar del legado gráfico de un maestro, por igual en lo técnico y en lo expresivo.

Rembrandt. Resurrección de Lázaro, 1642. Museo Lázaro Galdiano
Rembrandt. Resurrección de Lázaro, 1642. Museo Lázaro Galdiano
Rembrandt. Descendimiento de la Cruz, 1633. Museo Lázaro Galdiano
Rembrandt. Descendimiento de la Cruz, 1633. Museo Lázaro Galdiano

 

 

“Rembrandt grabador”

MUSEO CARMEN THYSSEN

C/Compañía, 10

Málaga

Del 24 de octubre de 2025 al 18 de enero de 2026

 

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