En el pasado 2021, Efrén Cuevas, Catedrático de Comunicación Audiovisual en la Universidad de Navarra, puso en marcha el proyecto de investigación El cine doméstico en España: preservación, difusión y apropiación, al que se sumarían Núria F. Rius y hasta una quincena de estudiosos y para el que han prestado materiales un buen número de instituciones de nuestro país, además de colectivos y particulares. Su análisis de ese cine, si no de interiores, sí de intimidad, queda recogido en una muestra abierta en CaixaForum Zaragoza que ambos, Cuevas y Rius, comisarían y que plantea la importancia de ese tipo de filmaciones desde una perspectiva amplia: atendiendo a la historia, la sociología y la estética -en ocasiones son testimonio único de formas de vida perdidas-. También a la emoción: en cada una de las próximas sedes de esta exposición (en julio viajará a CaixaForum Valencia) se incorporarán materiales ligados a esos territorios, con el fin de establecer conexiones sentimentales con los espectadores, otro elemento fundamental en el examen de los vídeos domésticos.
Tan antiguo como el cine sin esa etiqueta hogareña -cuántas películas de los Lumière no estuvieron dedicadas a momentos familiares-, esta modalidad fílmica que recoge fragmentos de nuestra vida diaria puede llegar a revisarse, y así lo defienden los comisarios, como el archivo visual de una memoria colectiva, un archivo que nos da la oportunidad de cuestionar por qué filmamos, qué incidencia ha tenido en estos trabajos la evolución tecnológica (desde los tomavistas a los smartphones) y en qué medida podemos todos identificar nuestros modos de mirar con los de tantos individuos y familias anónimos. También hasta qué punto podemos considerar sus imágenes una crónica alternativa de la historia del siglo XX.

Tantas veces denostados por comunes y por espontáneos, estos materiales se ven en esta exhibición reivindicados como testimonio vivo de los cambios sociales, soporte de una memoria fácil de heredar para la mayoría y expresión de un tiempo en el que la presentación en sociedad de cada individuo ha pasado muy a menudo por su aparición ante una cámara. Estructurado en media docena de apartados temáticos, el recorrido recoge grabaciones en 16 mm, super-8, VHS y teléfonos móviles: desgrana los asuntos y formas de expresión más frecuentes en estas piezas, analiza hasta qué punto esos modos de expresión han saltado al cine profesional y a otras prácticas audiovisuales de nuestra época y, en último término, vincula esas creaciones tanto con el pasado y su recuerdo como con el arte.
En un primer momento, hace historia: repasa cómo, en los inicios del siglo pasado, operadores profesionales empezaron a filmar acontecimientos domésticos en 35 mm o 28 mm, pero no sería hasta los años veinte, cuando pudieron adquirirse las primeras cámaras de pequeño formato, cuando podemos entender que dio sus pasos tempranos el desarrollo del cine doméstico como tal. Su explosión llegó a partir de 1945, a raíz de la proliferación de esos aparatos en el mercado, y se consolidó esta tendencia en los setenta, de la mano del soporte magnético, que tuvo un empleo profesional antes que casero, y más tarde del Betamax y el VHS. Sería en las últimas décadas del siglo XX cuando brotaron las cámaras pequeñas y ligeras, digitales, que pasaron por casi todas las manos… en un breve lapso temporal: pronto irrumpieron los teléfonos inteligentes.

Ciertos esquemas estéticos y lemas propios de las filmaciones resultantes derivaban claramente de la publicidad de cada periodo, que además difundía el uso de estas cámaras y proyectores como si se tratara de un aparato más, necesario en el hogar, capaz de registrar instantes felices y luchar contra el olvido. Esa concepción doméstica de estos dispositivos explica que los anuncios se dirigieran normalmente a las mujeres.
Una sección central de la muestra ofrece dos audiovisuales llevados a cabo para la ocasión por el documentalista Salvi Vivancos; se basan en una selección de películas domésticas que forman parte de los fondos de diversas filmotecas españolas y que se fechan entre 1900 y 2000. Su visión panorámica servirá al público para detectar sus rasgos formales y sus temas más comunes; entre los primeros, las actitudes ante la cámara, los rasgos visuales y errores; entre los segundos, los que imagináis: interiores, bodas, bautizos y comuniones, viajes, juegos con la propia cámara, la ciudad, acontecimientos sociales, vacaciones y excursiones. Dado que estos trabajos se proyectan en tres pantallas, podremos ver simultáneamente captaciones de un mismo tema en distintas décadas; apreciaremos así, de forma más clara, cómo hemos cambiado en lo cultural y lo tecnológico. Para mayor cercanía, como dijimos, se han reunido asimismo, en este caso, películas recuperadas de ciudadanos aragoneses, en su mayoría centradas en sus ciudades, fiestas populares, descansos y salidas campestres: proporcionan la oportunidad de percibir trasiegos urbanísticos y también variaciones notables en los acontecimientos de reunión social.
El examen a la reutilización de las películas domésticas en la actualidad, tanto en la gran pantalla como en la pequeña, es objeto de un apartado propio en el que los nostálgicos podrán rememorar programas como Olé tus vídeos, emitido por varios canales autonómicos, o Vídeos de primera (TVE); los más interesados en el cine experimental encontrarán ejemplos de aprovechamiento del potencial expresivo de las grabaciones de a pie en filmes como Un instante en la vida ajena (2003), sobre la vida de una familia burguesa catalana desde la perspectiva de su matriarca, Madronita Andreu, o The Family Album (1988), de Alan Berliner, una suerte de biografía universal del ser humano trazada con filmaciones y cintas de audio sin origen conocido.

Los capítulos finales abordan los frutos fílmicos de los smartphones: para los comisarios, han supuesto un cambio de paradigma evidente en cuanto al uso de las cámaras, pero no en los principios esenciales del cine doméstico (temas, rasgos y difusión, aún mayoritaria, entre círculos familiares o de amistades). Sí se ha multiplicado la producción de estas obras, así como sus posibilidades técnicas y su accesibilidad; quizá también ha variado su objetivo último, y ese sí sería un cambio mayor: puede que no filmemos tanto para conservar memoria como para compartirla, y puede que las redes sociales hayan transformado nuestros modos de mirarnos.
El punto final a esta exhibición lo ponen algunos retos: el de preservar estas piezas, sobre todo en tiempo de obsolescencia tecnológica, pero también en sus formatos anteriores y quizá depositando algunas de ellas en filmotecas y otros archivos institucionales. Quienes quieran saber más podrán llevarse a casa un folleto que explica cómo recuperar sus películas domésticas.
“Recuerdos. La vida a través del cine doméstico”
Avenida de Anselmo Clavé, 4
Madrid
Del 28 de febrero al 8 de junio de 2025
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