Realidad e ilusionismo en Veronés

Verona dedica al pintor su mayor retrospectiva desde 1939

Verona,

Hasta el próximo 5 de octubre, el Palazzo della Gran Guardia de Verona acoge “Paolo Veronese. L’illusione della realtà”, retrospectiva del pintor renacentista comisariada por Paola Marini y Bernard Aikema, la mayor desde la que Venecia le brindó en 1939 con la organización de Rodolfo Pallucchini.

La muestra, que es fruto de tres años de investigaciones, consta de cerca de un centenar de trabajos procedentes de museos italianos e internacionales, como el Museo del Prado, el Metropolitan, los Uffizi, el British Museum o la National Gallery de Londres. Se estructura en seis secciones centradas en la formación del genio en Verona, su relación fundamental con la arquitectura y con arquitectos esenciales de su tiempo como Michele Sanmicheli, Jacopo Sansovino o Andrea Palladio; sus mecenas y clientes, vinculados primero a la nobleza local de Verona y luego a la veneciana, los temas que abordó en su producción (mitológicos, alegóricos y religiosos) y finalmente sus colaboraciones con otros artistas, muy habituales desde los comienzos de la trayectoria de Paolo Caliari.

Además de una selección de sus obras maestras, la exposición incluye numerosos dibujos de calidad excepcional que destacan por su variedad tanto temática como técnica y nos invitan a reflexionar sobre la importancia de la obra gráfica en el conjunto de la producción de Veronés y en la dinámica de trabajo de cualquier taller de su época. Hay que recordar que el pintor tuvo un importante taller en el que colaboraron su hermano, Benedetto Caliari, sus dos hijos, Carlo y Gabriele, y otros aprendices, como Alvise dal Friso, que mantuvieron activo el obrador tras la muerte del primero.

Además de una selección de sus obras maestras, la exposición incluye numerosos dibujos de calidad excepcional

Frente a su habitual consideración como pintor más decorativo que expresivo, esta antología reivindica el carácter más versátil de sus pinturas, más allá de la opulencia, y la sensibilidad presente en sus retratos o en sus trabajos vinculados a la arquitectura.

Formado ya desde su infancia junto a Antonio Badile, que más adelante sería su suegro, y luego junto a Giovanni Caroto, alcanzó pronto un enorme dominio de la técnica de la pintura teatral, aquella cuyas figuras parecen salir de la escena. Conoció a Tintoretto y Tiziano, que junto a él componen el trío estelar de la escuela renacentista veneciana, y se dejó influir por la maestría de Miguel Ángel a la hora de dibujar las proporciones humanas.

Sus primeros encargos importantes los recibió a mediados de la década de 1550, gracias, en parte, a su mencionada amistad con Sanmichele: trabajó para el Palacio Ducal y la Biblioteca Marciana dejando pruebas de su talento para diseñar espacios abiertos dentro de espacios cerrados, arquitecturas ilusionistas. En 1560 viajó a Roma y por entonces comenzó los frescos de la villa palladiana de Barbaro, en Maser, cerca de Treviso.

Murió a los 60 años, en 1588, y un siglo después se hallaron en su casa casi 1500 dibujos preparatorios firmados por él.

Entre las obras ahora expuestas en Verona podemos encontrar Cena en casa de Simón, las célebres Bodas de Caná del Louvre, en las que incluyó un retrato colectivo en el que aparecen representados como músicos Francesco Bassano, Jacopo Tintoretto, Tiziano y él mismo, y Cena de Jesús en casa de Levi, en proceso de restauración.

De su última etapa hay que mencionar su intervención en el Palacio Ducal de Venecia y, especialmente, en la Sala del Maggior Consiglio, con la representación de El triunfo de Venecia. También es interesante por su claroscuro El milagro de san Pantaleón, en la iglesia veneciana dedicada al santo.

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