Ramón Masats contra la solemnidad

Blanca Berlín muestra sus imágenes de fines de los cincuenta

Madrid,
Ramón Masats. Arcos de la frontera, 1959
Ramón Masats. Arcos de la frontera, 1959

Ramón Masats llegó a Madrid en 1957, cuando tenía 26 años, con la intención de comenzar a dedicarse de manera profesional a la fotografía, y al igual que Pla cerca de cincuenta años antes no pensaba renunciar en su empeño a su gusto por las gentes sencillas y sus formas de vida ligadas a la sabiduría antigua y al sacrificio en el trabajo.

También como Pla, Masats llegó a Madrid cargado de sentido común y de recelo hacia todo aquello que resultara solemne y engolado, hacia las verdades canónicas y las pretensiones estéticas.

Y esa mirada se hace presente en sus fotografías, en las que no solía ni caer en la nostalgia ni dejarse deslumbrar, alejándose tanto de la mediocridad como de las clasificaciones rígidas. Sí era amante de la ironía y el sarcasmo, que combinó con su carácter obstinado y silencioso a la hora de configurar una trayectoria y una producción muy personales, irreverentes y transgresoras.

Ramón Masats. Guadix, Granada, 1959
Ramón Masats. Guadix, Granada, 1959

Desde aquellos cincuenta Masats se ha dedicado sin cesar a la fotografía, salvo en un intervalo de dieciocho años en los que trabajó en el cine y en la realización televisiva. Le gustaban los tópicos, pero fundamentalmente para darles la vuelta, y siempre ha utilizado cámara analógica.

Aunque la presencia humana haya ido perdiendo progresivamente presencia en sus trabajos, nada hay en ellos que no remita a lo humano. Trabaja de manera intuitiva, con apenas ideas preconcebidas, y de ahí que el título de sus instantáneas sea  a menudo únicamente el lugar y el año donde se tomaron, porque no siente que tenga nada más que explicar. Si hubiera poesía, la hay en las imágenes.

Cuarenta de ellas, fechadas en los cincuenta y muchas inéditas, se exponen en la Galería Blanca Berlín hasta el 9 de abril. Abundan algunas en las que la composición se estructura en una o varias figuras destacadas en primer plano sobre varias de fondo realizando acciones distintas, una vertebración novedosa frente a la fotografía academicista dominante entonces.

Encontramos un buen número de fiestas populares, desde San Fermín a la veneración del Rocío, bodegones y piezas vintage que el propio Masats positivó. Solo al cabo del tiempo pudo percibir que con ellas estaba retratando una época.

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