¿Qué es la calidad en el arte?

Alejandro Vergara Sharp

Alejandro Vergara. ¿Qué es la calidad en el arte?El elefante en la habitación de los debates relativos a la creación, incluso los más tangenciales, y seguramente el padre de casi todos los demás es la cuestión de la definición de la calidad en el arte, si podemos pensar que los criterios para establecerla existen realmente y si estos se mantendrían a lo largo del tiempo. Es un asunto tan espinoso y líquido, tan difícil de acotar, que pese a ser una duda común y popular parecen necesarios argumentos para abordarla: así comienza el libro que Alejandro Vergara, jefe del Área de Conservación de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte en el Museo del Prado, le dedicó hace un par de años en la editorial Tres Hermanas, esbozando razones para tratar de aclarar qué queremos decir cuando afirmamos que una obra de arte es o no es buena, más allá de que responde a nuestro gusto (porque la enunciación simple de que una composición nos gusta la hacemos bastante menos).

Si no expresamos nuestra admiración personal hacia una pieza desde un punto de vista subjetivo, sino que aseguramos su calidad, estaremos comunicando algo más: que existen en ella una serie de rasgos o valores que, al margen de nuestras afinidades particulares, la convierten en digna de reconocimiento. Dar con esos valores no es una labor fácil, y quizá por ello no existan demasiados ensayos sobre la calidad per se -sí sobre otros conceptos que podemos entender relacionados, como la belleza y el gusto, con los que la noción de calidad se fundía hasta época reciente-; y sugiere Vergara algunas causas posibles de esa falta de estudios: en torno a la calidad misma, lo que esta implica y sobre todo en relación con las personas a priori más preparadas para atisbarla se manejan aún prejuicios. En todo caso, las muchas dificultades para profundizar en lo que una buena obra es no han de ser razón de que ese desafío no sea aceptado, porque resignarnos a no manejar una noción válida y común de calidad significa, para este experto en la figura de Rubens, renunciar a entender a fondo por qué el arte respondía a determinadas características en función de su tiempo; de hecho, por qué el arte mismo evoluciona. Caeríamos en una contemplación pasiva y sin discernimiento; en sus palabras, fijarnos en el concepto de calidad nos permite darnos cuenta de que el arte es un proyecto ambicioso, que requiere un esfuerzo y que se realiza desde un oficio.

¿Qué es la calidad en el arte? se estructura en dos partes: una primera en la que se reflexiona de un modo divagatorio, pero muy rico, sobre ese concepto de calidad, sobre aquello que tienen en común las obras en las que lo hemos reconocido -con el ánimo de aproximarnos a definiciones posibles, pero sin la exigencia de establecer una válida contra viento y marea- y en torno a aquellas personas cuyos criterios consideramos fiables a efectos de saberla apreciar; y una segunda en la que Vergara explica qué se entendía por tal calidad en el periodo que por su propia trayectoria conoce más ampliamente: el transcurrido entre los siglos XV y XVIII.

Planteadas desde desarrollos y lenguajes aptos tanto para el lector conocedor como para el profano, sus reflexiones vienen a formular de modo didáctico ideas que en algún caso podrían resultarnos básicas, pero que no es nada fácil encontrar negro sobre blanco, como las de que quienes lograron llevar a cabo obras fundamentales y valiosas lo hicieron desde la intención de alcanzar ese propósito, desde una cierta ambición, que en el conjunto de factores que harán posible dicha calidad podría sumarse a otros como la formación y el talento; que probablemente para refrendar esa calidad se requerirá diferenciar las virtudes de una composición (objetivas) de las impresiones que esas virtudes nos causan (variables según el espectador); que la concesión de esa categoría a una obra apareja consecuencias económicas, de ahí que haya sido objeto de intereses y manipulaciones; y que, en el terreno del arte como en todos, si uno quiere aprender conviene escuchar a quienes saben (que serán probablemente quienes lo hayan estudiado durante más tiempo). No está de más recalcar que si hoy ponemos nuestra atención en unos objetos y no en otros se debe a que ciertas personas -expertos- los consideraron previamente relevantes. Mientras Vergara ahonda, y nos hace pensar, en todo aquello que subyace tras nuestra afirmación de que una obra es buena, incorpora citas filosóficas, literarias o tomadas, precisamente, de otros expertos, de Cervantes a Adorno, que enriquecen mucho la lectura.

Frente a ese primer apartado del libro, el segundo supone un espacio más plácido de certezas, al ahondar en aquellas cualidades que en la época comprendida entre 1400 y 1800, a la que él se refiere como Largo Neoclasicismo, explicaban que una obra tuviera calidad: los rasgos anhelados y arduamente perseguidos de trasladar lo real de forma verosímil, pero también idealizada, que pasaban por la consecución de volúmenes y espacios, en ocasiones a través de gradaciones adecuadas del color. Esos parámetros, en definitiva el buen hacer técnico, se sitúan en la base de las buenas obras; en las que son proezas quizá habrá algo más, como señala el autor en el epílogo: la interioridad del artista proyectándose en las formas.

 

TÍTULO: ¿Qué es la calidad en el arte?

AUTOR: Alejandro Vergara Sharp

EDITORIAL: Tres Hermanas

IDIOMA: Castellano

PÁGINAS: 112 pp

PRECIO: 22,50 euros

 

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