“Despojos del mundo real”

Susana Blas Brunel


En la obra de Daniel Canogar los procesos tecnológicos se presentan en su relación con lo humano; y en mi opinión, no tanto para cuestionarlos, contraponerlos al cuerpo o verlos como su doble, sino como prolongación o parte de él.

“Daniel Canogar. Fuegos Fatuos
Matadero Madrid
Desde el 7 de febrero hasta 15 de marzo de 2009

Un concepto post-humanista en el que lo natural y lo artificial no son nociones separadas sino constructoras de una misma masa informe y abierta, en la que los cables y los componentes electrónicos funcionan literal o metafóricamente a modo de carne y fluidos orgánicos. Productos de desecho de nuestra vida cyborgesca son los residuos que Canogar utiliza como materiales para construir las cinco potentes instalaciones que conforman este proyecto. Componentes informáticos, cables eléctricos, miles de bombillas de tungsteno, cinta de video de banda magnética (descartadas tras la aparición de CDs y DVDs) y fragmentos de pantallas de viejas tragaperras, sirven para construir piezas escultóricas en las que esos trozos de memoria anterior se reúnen formando nuevas realidades sin renunciar a las huellas del pasado.

Daniel Canogar. Jackpot
Daniel Canogar. Jackpot

Pero del mismo modo que cuesta enfrentarse con los juguetes de la niñez que en algún momento alejamos porque nos recordaban un territorio perdido, cuesta detenerse en estas piezas sin reflexionar nostálgicamente sobre lo que simbolizan esos elementos rechazados. Mayormente porque se trata de materiales que sufrieron un desplazamiento temprano inmersos como estamos en el capricho y la avidez de un capitalismo que no pone límites al consumismo. La pieza construida a través de restos de placas de tragaperras: Jackpot (2009) puede ser la que más claramente interpreta los fracasos de la economía de nuestro tiempo basada en el despilfarro continuo y el consumo rápido. Los fragmentos luminosos, contienen letras y sentencias de otra vida de la máquina, aludiendo a una filosofía basada en la inversión y el dinero de humo. El título del proyecto: “Fuegos Fatuos”, resulta del todo acertado. Todos hemos oído hablar de estos misteriosos fuegos danzantes, generados por la inflamación de sustancias animales o vegetales en putrefacción, que súbitamente brotan en la nocturnidad de zonas pantanosas o cementerios. En este caso, los despojos son los de un cuerpo tecnológico y se sitúan en el mismo escenario en el que se sacrificaron y colgaron antaño las reses: las naves de Matadero Madrid, que introducen al visitante en una atmosfera de enorme intensidad al penetrar en un espacio de muerte en el que se encienden cinco fuegos. Estos restos, los conforman pantallas de las máquinas de juego, miles de bombillas fundidas (Circadian Rhythms, 2009), y la banda magnética de dos VHS domésticos pertenecientes a Blade Runner (2009), y Crimen Perfecto de Hitchcock, que han sido extendidas por el espacio y sobre las que se proyectan animaciones que aluden a estos icónicos filmes, produciendo un enrejado de líneas que nos permite pensar en la materialidad de los soportes, y en concreto en la del cine y el video, y en la energía que contienen mas allá
de las historias que representan.

 Daniel Canogar. Blade RunnerDaniel Canogar. Dial M 1 Daniel Canogar. Blade Runner         Daniel Canogar. Dial M1

Al mismo tiempo, las obras, contienen una rotunda belleza que renuncia a imágenes hipnotizantes y espectaculares, propias de otras instalaciones audiovisuales, y se centra en lo esencial. Esa belleza concentrada se expresa bien por su potencia casi calorífica, en Scanner (2009), en la que una maraña de cables recibe una proyección de líneas blancas, generando un escultural chorro de chispas de luz con el que interactuar, que nos recuerda al cuerpo humano y a sus sistemas de trasporte de fluidos y energía. Canogar deja las tripas al descubierto en un gesto de simplicidad y crudeza. Como en obras anteriores del artista, “se enseñan los trucos”. Dice el filosofo Clement Rosset (Fantasmagorías. Seguido de lo real, lo imaginario y lo ilusorio. 2006) que existirían dos categorías de dobles de la realidad: de un lado, el reflejo, el eco y la sombra, que complementan a un objeto; y de otro: dobles artificiales como la fotografía, la grabación sonora y la pintura que sólo muestran una realidad que no existe, “un doble del doble”. En este sentido, los ingredientes que siempre ha usado el artista son precisamente los reflejos, el eco, y las sombras. Sirviéndose de procedimientos tecnológicos de captación de la imagen, ha renunciado a plasmarla de un modo convencional en cintas de vídeo o fotografías, en “copias de copias”. Canogar sería un “fotógrafo sin fotos” que no renuncia a insertarse y a comentar los fenómenos físicos con las tecnología… pero desde dentro. Montañas de residuos emprenden cada día un perverso ciclo económico que nos obliga a consumir tecnología punta y a desechar la presente. Los recuerdos se almacenan en soportes obsoletos que un día creímos fiables, duraderos, eternos… Como se viene advirtiendo desde hace algún tiempo, los arqueólogos del futuro tal vez sólo puedan leer nuestros diarios manuscritos, incapaces quizás, de echar andar los viejos formatos de almacenaje que tan velozmente vamos eliminando y a los que confiamos nuestros recuerdos sin ninguna protección.

Créditos de la primera imagen:
Daniel Canogar
Circadian Rhythms


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