Pierrot, Watteau y el primer payaso triste

El Louvre restaura y analiza la obra del pintor galante

París,

Watteau era hijo de un artesano francés y nació en 1684 en Valenciennes, ciudad que entonces era flamenca, de ahí seguramente que el naturalismo de la pintura holandesa se refleje en la suya, de una profundidad y calidad técnica sobresalientes.

Su formación artística en un inicio debió ser precaria y artesanal; más adelante se marchó a París y, dado que no tenía medios para hacer carrera, se dedicó a vender sus cuadros en los mercados, los llamados “san Roques” que compraban campesinos; su talento logró llamar la atención y consiguió entrar en un taller de artistas socialmente más notables en ese momento. Pese a mantener una forma de vida bohemia, pronto comenzó a adquirir reconocimiento y en 1717 accedió a la Academia, pero lo bueno no duró demasiado: murió antes de cumplir los cuarenta años, enfermo de tuberculosis, dejando, eso sí, un legado fundamental en el campo de la pintura galante y una concepción naturalista muy relevante para el arte posterior.

Una de sus obras más tardías, datada hacia 1718-1720, es también una de las más ambiguas: su Gilles, ahora Pierrot, composición que reúne al fondo a los personajes de la Comedia del Arte. Lo insólito en el planteamiento de Watteau, que llegará hasta Picasso y el arte actual, es que nos encontramos ante la primera imagen de un payaso triste, que mira hacia abajo con timidez, no sonríe y tiene los brazos caídos en actitud melancólica. Extrae Watteau esta figura al primer plano dejando rehundidas al resto, subrayando que quien hace reír está sumido en la pena; para el pintor Bernard Dufour, se trata de la pieza más enigmática en los fondos del Louvre.

Watteau. Pierrot, después de la restauración. Musée du Louvre
Watteau. Pierrot, después de la restauración. Musée du Louvre

Más allá de la vertiente familiar e icónica de este extraño personaje vestido completamente de blanco, la composición, la iconografía y el formato de la imagen pueden suscitar muchas preguntas: sus orígenes son del todo desconocidos (la primera mención cierta data de 1826) y la figura, aunque se inspire en el universo del teatro y en particular en Pierrot, y fuera el cómico más célebre de su tiempo, sigue siendo compleja.

Tras la restauración de este trabajo acometida por el Centre de recherche et de restauration des musées de France (C2RMF), que pretendía devolverle su brillo original, el Louvre ha dedicado a la pintura, una suerte de eterna página en blanco, una muestra monográfica que examina su surgimiento en el contexto de la vida teatral a principios del siglo XVIII y en el de la propia trayectoria de Watteau, además de explorar la constante y fértil fascinación que Gilles ha ejercido hasta hoy sobre autores de orígenes e intereses muy distintos, y no solo en el ámbito de las artes plásticas, también en los de la escritura o el cine. De Fragonard al citado Picasso pasando por Nadar, Derain o Marcel Carné.

Forman parte de la exhibición pinturas (siete de ellas del mismo Watteau), dibujos, grabados, libros, fotografías y fragmentos de películas; los han prestado numerosos centros europeos y americanos, entre ellos la Bibliothèque Nationale de Francia, la Gemäldegalerie de Berlín, la Wallace Collection de Londres, el Thyssen-Bornemisza y la National Gallery of Art de Washington.

 Karel Dujardin. Les Charlatans italiens. © GrandPalaisRmn (Musée du Louvre)
Karel Dujardin. Les Charlatans italiens. © GrandPalaisRmn (Musée du Louvre)

El recorrido se inicia recordando cómo, en los primeros compases del XVIII, diversas compañías de teatro cómico trabajaban en París en competencia feroz; las dos troupes oficiales tenían como personajes estrella a Crispín, la gran figura de la Comedia francesa, y Arlequin y Pierrot, en el caso de la italiana (fue prohibida la representación de esta última entre 1697 y 1716). Otras compañías privadas, que interpretaban un repertorio burlesco en las ferias de la capital gala, sí adquirieron un notable éxito tomando prestados a Pierrot y Arlequín, pero su actividad también se veía impedida en ocasiones.

En París, donde se instaló en 1702, Watteau desarrolló pronto un gran interés por estas representaciones, reforzado a raíz de su colaboración, en el periodo 1705-1709, con Claude Gillot, artista que se especializó en la captación de escenas de la Comedia Italiana. A partir de este momento el teatro, su repertorio cómico, estaría muy presente en la obra del de Valenciennes, que llegó, en algún caso, a autorretratarse conforme a los códigos de la comedia, una elección singular teniendo en cuenta que los actores eran entonces claramente infravalorados.

Antoine Watteau. Arlequin empereur de la lune. © Musée d'arts de Nantes
Antoine Watteau. Arlequin empereur de la lune. © Musée d’arts de Nantes
Antoine Watteau, Pierrot content, Madrid © Museo Nacional Thyssen-Bornemisza
Antoine Watteau. Pierrot content. © Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid

Como dijimos, se desconocen las circunstancias en las que llevó a cabo esta composición, centrada en quien llamamos antes Gilles y ahora Pierrot, pues su tema no es fácil de descifrar. Se supuso, sin pruebas, que esta tela había servido como cartel anunciador de un café regentado por un antiguo actor especialista en ese rol o como imagen publicitaria de un espectáculo de teatro de feria. Ha llegado a debatirse, incluso, su autoría, pues se distingue, por su gran formato, de las pinturas habitualmente más pequeñas de Watteau, pero la posición del protagonista, frontal y simétrico -como se dice en Francia, recto como una i-, sí parece invención de este autor y algunos elementos representados, como la escultura con cabeza de fauno o la sorprendente asociación de Crispín y Pierrot, sí habrían salido de su mano. El estilo y la calidad de la ejecución tampoco llaman a la duda.

Es conocido que, desde 1720, la popularidad de Pierrot en la escena parisina decayó, coincidiendo con el buen momento de un nuevo personaje en los desfiles que tenían lugar frente a las salas de teatro: como adivináis, Gilles. Portaba un traje blanco idéntico al del anterior, del que podíamos considerarlo una versión modificada: grosero y voluptuoso, levantaba intrigas en detrimento de su maestra Casandra.

Aunque, como avanzamos, no conocemos testimonios sobre la composición de Watteau en el siglo XVIII, sí podemos apreciar que la imagen de Pierrot en esta época fue llevada a su obra por diversos pintores franceses manteniendo la misma apariencia codificada por aquel pintor; fue el caso de Jean-Baptiste-Pater o Nicolas Lancret, los dos cercanos a él, o del más célebre Fragonard, que en la década de 1780 realizó un encantador retrato de un niño disfrazado de Pierrot donde persiste el recuerdo de Watteau.

Jean Honoré Fragonard, L'Enfant en Pierrot © Wallace Collection
Jean Honoré Fragonard. L’Enfant en Pierrot. © Wallace Collection

Cuando se tiene esa primera mención de la pieza en 1826, esta formaba parte de la colección del recientemente fallecido Dominique-Vivant Denon, que fue director del Louvre. Se la designaba como obra maestra de Watteau y se la titulaba entonces Gilles, en referencia a aquel personaje en boga en los desfiles dieciochescos. Desde aquel momento, y a partir de su presencia en varias exposiciones, el cuadro ganó fama hasta su incorporación a los fondos de este museo en 1869; lo legó entonces Louis La Caze. De su notoriedad nos habla el hecho de que, a fines del siglo XIX, inspirase novelas o espectáculos musicales.

En cuanto a Pierrot, el origen, quedaría profundamente transformado más tarde por un actor genial: Jean-Gaspard Deburau, quien, dedicado a la pantomima, modificó su disfraz y su carácter. Su silueta se perdía en el mismo traje blanco, pero más grande, y su personalidad llegó a volverse inquietante, acercándose al drama o la tragedia incluso en las situaciones más cómicas. Su evolución transcurrió paralela al gradual descubrimiento de la obra de Watteau y, visto el rostro del emblema de esta última, es evidente que se influyeron mutuamente: la interpretación de la pintura tiene que ver con los textos y espectáculos ligados a Pierrot; la iconografía de este último -sea en pinturas, grabados o fotografías-, con el icono del artista. Sus posteriores revisiones avanzarían en tres líneas: la visión trágica, la deconstrucción lúdica o el borrado enigmático.

Antoine Watteau. Les comédiens italiens. National Gallery of Art, Washington
Antoine Watteau. Les comédiens italiens. National Gallery of Art, Washington
Pablo Picasso. Paul en Pierrot, 1925 © Succession Picasso 2024. Musée national Picasso Paris
Pablo Picasso. Paul en Pierrot, 1925 © Succession Picasso 2024. Musée national Picasso Paris
Cecil Beaton, Greta Garbo en Pierrot © National Portrait Gallery, Vogue, Condé Nast
Cecil Beaton. Greta Garbo en Pierrot © National Portrait Gallery, Vogue, Condé Nast

 

 

 

“Revoir Watteau. Un comédien sans réplique. Pierrot, dit le Gilles”

MUSÉE DU LOUVRE

Palais Royal

París

Del 16 de octubre de 2024 al 3 de febrero de 2025

 

Comentarios