Victoria Combalía
Esta instalación, la primera que realiza Douglas Gordon en Barcelona está repleta de poesía y, no por parca, es menos emocionante.
En una habitación oscura vemos la luz de un proyector que ilumina unas cortinas que dan paso a una estancia. Al fondo, el desconcertado espectador se encuentra con un teléfono de modelo ya antiguo. Cuando lo descuelga oye un texto que se repite una y otra vez. Es un discurso de ruptura amorosa lleno de buenas voluntades, tristeza, mala conciencia, deseo de comunicación, cariño. La belleza y emoción de la voz hace de esta obra, con medios tan nimios, una suerte de acción minimal sobre el tema de los sentimientos amorosos.