El Museum der Dinge de Berlín analiza la vertiente kitsch del diseño de objetos contemporáneo
Partiendo de los estudios de Gustav E.
Pazaurek, historiador del arte alemán que a principios del siglo pasado se propuso discernir los límites entre el buen y el mal gusto elaborando un sistema de clasificación en el que tuvieran cabida todo tipo de obras de estética sospechosa, el Museo de las Cosas de Berlín (Museum der Dinge) invita al público a reflexionar sobre su concepto de extravagancia, de lo kitsch, de lo que puede ser considerado arte y lo que no. La muestra “Evil Things” reúne, hasta el 30 de noviembre, objetos cuya naturaleza perversa no reside en su función, sino en su producción y diseño. Piezas históricos de etapas pasadas se yuxtaponen con objetos actuales, tanto productos básicos como de carácter ornamental, que nos sirven para repasar las tendencias que guían el diseño actual, en una época de gran pluralismo estilístico en la que parece casi imposible establecer criterios que separen lo aceptable de lo que no es. La exposición demuestra que las divisiones establecidas por Pazaurek son aplicables a gran cantidad de objetos de nuestros días, y pone de relieve la extraordinaria importancia de lo absurdo y lo irónico en el arte contemporáneo. Esa armonía subvertida no queda patente sólo en el uso de determinadas técnicas y materiales, sino que deriva del contexto económico, social y ecológico en el que surgen esos diseños. Un teléfono-calavera, una grapadora de brillantes, un lápiz de ojos con forma de dedo, un tenedor-cepillo de dientes, unas sandalias de Dior falsificadas o unas deportivas con el rostro serigrafiado de Obama crean en Berlín una suerte de cámara de los horrores, que, eso sí, contrastará con la calidad minimalista y funcional de los trabajos de la Deutsche Werkbund que conforman los fondos del Museum der Dinge.
“Evil Things” en el Museum der Dinge, Berlín