A punto de alcanzar su vigésimo aniversario, la Bienal Internacional de Arte Fundación ONCE continúa presentando en Madrid propuestas de artistas con discapacidad o que han creado obras relacionadas con dicha temática con el objetivo de dar a conocer a estos autores y favorecer su participación en el mercado artístico, además de reclamar el fin de los prejuicios y la urgencia de la participación plena de todos los individuos en la vida cultural.
El lema de la novena edición de esta iniciativa es “Caminos de resiliencia: la transformación de la salud mental a través del arte contemporáneo”, pues se ha enfocado hacia la experimentación con las posibilidades de la creación, en sus distintas disciplinas, para manifestar los desafíos que implica velar por dicha salud mental en la sociedad de hoy, enfrentarse al fenómeno creciente de la soledad no deseada y contribuir a deshacer estigmas. Tan importantes como la exposición, eje de la Bienal y abierta ya en CentroCentro, resultan, por esa razón, las actividades educativas que la acompañan, siempre gratuitas, destinadas a todos y pensadas para facilitar herramientas de autoaprendizaje para la interpretación del arte reciente y fomentar la sensibilización y la comprensión de la diversidad.
Bajo el comisariado de Mercè Luz Arqué, que ha coordinado las anteriores ocho ediciones de la muestra, se han reunido en Cibeles setenta piezas de más de cuarenta creadores, procedentes tanto de sus fondos particulares como de galerías y museos; de ellos, más de la mitad presenta alguna discapacidad. La nómina merece muchas atenciones: María Álvarez, Ascanio Cuba, Jean-Michel Basquiat, George Bellows, Louise Bourgeois, Alejandra Caballero, Carla Cabanas, Jorge Alberto Cadi, Carmen Calvo, Misleidys Castillo, José Cobo, Aloïse Corbaz, Filip Custic, Salvador Dalí, Henry Darger, Ángela de la Cruz, Félix Fernández, Sebastián Ferreira, Irene Garher, Edward Hopper, Alex Hug, Karman Verdi, Yayoi Kusama, Wences Lamas, Jean Paul León Yodh, Berta López, Ramón Losa, Cristina Lucas, Echo Mc Callister, Dan Miller, Donald Mitchel, Juan Muñoz Munimara, Paloma Navares, Carme Ollé, Antònia Ripoll, Jai Rius, Alberto Ros, Noé Sendas, Cindy Sherman, Cuco Suárez, Andy Warhol, Adolf Wölfli y Zush.
Vale la pena destacar los contextos en los que muchos de ellos han trabajado: el suizo Wölfli no comenzó a dibujar hasta sus treinta y cinco, cuando era paciente en el hospital psiquiátrico Waldau, y decidió reinventar, desde el arte, la literatura y la música, su vida y el mundo (su autobiografía ficticia tuvo 3.000 páginas y se llamó De la cuna a la Tumba); Alberto Ros es un fotógrafo autodidacta que, con evidente afán de experimentación constante, se ha especializado en fotografía equirectangular y en colodión húmedo; Alejandra Caballero es una de las pintoras actuales que más y mejor ha retratado la soledad doméstica, sobre todo la femenina; y Alex Hug ha creado esculturas vivientes destinadas a hacernos reflexionar tanto sobre las guerras como sobre la salud mental. A la vez, reivindica la posibilidad de encontrar mensajes en los tejidos más allá de su funcionalidad.
Los dibujos de Aloïse Corbaz, por su parte, están evidentemente ligados a su esquizofrenia y, muy probablemente, le permitieron avanzar en su enfermedad y superar su hospitalización: trabajaba por las dos caras, ocupando todo el espacio disponible y articulando un mundo poblado de figuras humanas, animales, flores y frutas. Warhol, como es sabido, se adelantó al subrayar el poder en la sociedad contemporánea de los medios de comunicación de masas, las celebridades y las realidades paralelas antes de las virtuales; Ángela de la Cruz ha trasladado a su obra referencias a su propio cuerpo, vulnerable tras un ictus, transmitiendo emociones a través del color; Antònia Ripoll contrapone sensibilidades individuales y formas de control generalizadas en pinturas, dibujos, grabados y ensamblajes; y Ascanio Cuba subraya la esperanza e inspiración subyacentes en todo proceso creativo.
Berta López registra aquello que no quiere olvidar cuando la memoria empieza a fallarle; Carla Cabanas también alude a la memoria, tanto a la colectiva como a la cultural; Carme Ollé fotografía fragmentos de paisajes que pueden pasar desapercibidos incluso a quienes habitan en él; Carmen Calvo interviene objetos para hacer frente a tabúes sociales; Cindy Sherman se ha utilizado una y otra vez a sí misma para abordar los roles de la mujer y del artista; Cristina Lucas confronta las disyuntivas entre las historias personales y la oficial; y Cuco Suárez lleva a sus instalaciones y performances asuntos relativos a la explotación del ser humano y la marginalidad.
Dan Miller, a quien se le diagnosticó autismo, ha centrado sus dibujos en el lenguaje; Donald Mitchell cubrió sus imágenes con campos de líneas para revelar después los rostros y formas que había enterrado; Echo McCallister es autor de espléndidas composiciones con vivos paisajes plagados de seres fantásticos, a las que sumó técnicas y materiales nuevos tras su ingreso en el Spenser State Hospital; y Hopper, como es conocido, captó la soledad del individuo contemporáneo dejando que influyese en su pintura su carácter taciturno.
Félix Fernández avanza en su curación personal por la vía de la fotografía, confiesa que instruirse es como acumular magia en los bolsillos; Filip Custic trabaja igualmente en fotografía, performance y vídeo para referirse a la identidad, el cuerpo y nuestra relación con la tecnología; George Bellows conjugó en su producción arte y deporte, al que también se dedicó; Henry Darger, como Wölfli, escribió una extensísima autobiografía y una, aún más extensa, obra de ficción: In the Realms of the Unreal; Irene Garher es autora de retratos, paisajes y fotos en torno a la danza y las artes escénicas; Jai Rius lleva el onirismo a sus esculturas; Jean Paul León Yodh fomenta en sus pinturas, esculturas y textos el entendimiento entre religiones y el fin de la violencia hacia mujeres y migrantes; y Basquiat sobrellevó su vida difícil desde su pintura audaz de origen callejero.
Jorge Cadi, paciente de esquizofrenia, busca continuamente materiales para sus obras (collages, dibujos, cerámicas) entre objetos abandonados de la ciudad; Karman Verdi conjuga en sus fotos introspección y antropología social; Louise Bourgeois hizo de sus complejas relaciones familiares el punto de partida de sus trabajos multiformes, sobre heridas por cicatrizar y conflictos que se arrastran; María Álvarez Pisano, enfermera centrada en acción humanitaria, cultiva también la fotografía analógica experimental; Misleidys Castillo Pedroso se expresa únicamente, por su discapacidad auditiva, a través de sus creaciones, dibujos de culturistas con cinta marrón de pegar en sus contornos; Noé Sendas trabaja en sus instalaciones con la noción de tiempo suspendido, con la extrañeza en la percepción y las fronteras entre lo real y lo soñado; Paloma Navares suele desafiar los límites de la lógica para explorar sus lazos con las emociones; Ramón Losa ha buscado representar en sus dibujos la experiencia de los hombres, enfermos y artistas que no se sienten como tales y Dalí… llevó a su arte, en sus palabras, su “amor por todo lo que es dorado y resulta excesivo, su pasión por el lujo y su amor por la moda oriental”.
Por último, Wences Lamas no concibe su trabajo sin una espiritualidad visceral; Yayoi Kusama, interna en un sanatorio durante décadas, ha vertebrado ambientes psicodélicos inigualables en los que es posible conjurar miedos; y Zush, artista, científico y místico, dio forma a su propio estado, con su bandera, sellos y papel moneda. Todos sus mundos están en este y a nuestro lado.
IX Bienal de Arte Contemporáneo Fundación ONCE
CENTROCENTRO. PALACIO DE CIBELES
Plaza de Cibeles, 1
Madrid
Del 25 de septiembre de 2024 al 12 de enero de 2025
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