Noticias desde Nueva York: Richard Avedon

Dore Ashton

Marilyn Monroe, Actress, New York City, May 6, 1957

Todo el mundo en Estados Unidos, desde el político más insignificante hasta el profesor más distinguido, se pasa el día hablando de valores. Sin embargo, sólo el verdadero artista se para a pensar lo que la palabra valor significa en realidad. Avedon es uno de esos artistas. Ha pasado toda una vida reflexionado sobre los valores a través de la cámara. Su obra -y particularmente los retratos que se muestran ahora en el Metropolitan- posee un significado dual. Como el soberbio artesano que es desde el punto de vista técnico, ha sabido extraer de un instrumento todo su potencial, recorriendo toda la escala de valores que va desde el negro hasta el blanco, con su mirada de medios tonos, para discernir los aspectos más oscuros de sus modelos. Por otro lado, ha definido su propio sentido de los valores seleccionando modelos que hablan de sus propias pasiones, y que, al igual que él, han decidido no solo mirar al mundo, sino formularle preguntas.

Richard Avedon, John Martin, Dancer, New York City, Augus 20, 1969

Avedon siempre ha sido consciente de que, como él mismo ha expresado, Todos los fotógrafos son precisos. Pero ninguno tiene la verdad. Sin embargo, como cualquier artista verdadero, ha pasado su vida buscando el modo de simbolizar su propia búsqueda de la verdad. Su trayectoria profesional comenzó en la marina mercante de los Estados Unidos, donde su cometido era tomar las fotos de identificación. Se trataba de una sencilla tarea documental que Avedon respetaba y que llevó a cabo con facilidad. Su enseñanza reaparecería en años posteriores, haciéndose palpable en la manera de colocar a sus modelos, casi siempre mirando directamente hacia la cámara. Enfrentándose así, a la verdad de sus propias reacciones. Porque toda la obra de Avedon depende del secreto diálogo que se establece entre sujeto y objeto, entre una persona que posee obsesiones y un artista cuya obsesión es descifrar esas obsesiones.
La exposición se abre con la célebre fotografía de un chiquillo siciliano de la calle, que Avedon tomó justo después de la Segunda Guerra Mundial. En sus primeros años, Avedon todavía era un joven impresionable cuyo trabajo en el cuarto oscuro le llevaba a utilizar nociones estéticas de estirpe romántica, relacionadas con la nebulosidad de la percepción humana y su capacidad de enturbiar los rasgos distintivos de la visión. No pasaría mucho tiempo antes de que cambiara su punto de vista. En apenas una década ya estaba empleando esa luz nítida, a menudo cegadora, que caracteriza a algunos de sus retratos más memorables.

Richard Avedon, Marian Anderson, Contralto, New York Citiy, June 30, 1955

Al trabajar desde la más absoluta oscuridad hacia la más absoluta claridad, Avedon descubrió un nuevo abanico de valores. Por un lado, comenzó a colocar a sus modelos sobre un fondo blanco puro que, como él mismo ha dicho, permite que la gente se convierta en símbolo de sí misma. Este blanco deslumbrador es modificado después, siempre levemente, con el objeto de establecer el tono, el registro exacto de la luz emocional que desea representar. Estoy pensando por ejemplo en una de las obras maestras de Avedon, su tríptico de Stravinsky

Richard Avedon, Igor Stravinsky, Compositor, New York City, November 2, 1961

Aquí emplea todas las artimañas del pintor, y de manera muy particular, el arte de la composición. En la primera tabla, Stravinsky, con mirada baja y soñadora, es visto sobre un fondo de gris blanquecino. En la segunda, el gris es aclarado y Stravinsky parece despertar de su meditación. En la tercera ya está en el mundo; mirando directamente hacia el objetivo de la cámara sobre un fondo de blanco refulgente. Avedon consigue unificar su composición utilizando medios tonos que destacan los hombros de Stravinsky, que en el tríptico componen una esencial línea horizontal. La claridad en la concepción es lo que funciona en este caso, al igual que sucede en los retratos de Beckett, Isak Dinesen (una caracterización de maravillosa agudeza), y de Jean Genet, en el que la cámara de Avedon enfoca con tanta precisión que incluso podemos ver un agujero de cigarrillo en el jersey de Genet.

Richard Avedon, Jean Genet, New York City, March 11, 1966

Los poderes de observación de Avedon no sólo se limitan a un reparto excepcional de gente del mundo del arte. También hace las veces de crítico, de pensador de los problemas que azotan al mundo. Nadie como él ha sabido caracterizar determinados aspectos de la vida pública norteamericana su violencia, sus injusticias, su descarada hipocresía. Durante la guerra del Vietnam, por ejemplo, fotografió dos aspectos de aquel trágico suceso. Sus fotografías de grupo de la Mission Council en Saigón un siniestro grupo de anunciadores de la muerte- están enfrentadas a su fotografía del grupo Chicago Seven activistas contrarios a la guerra que fueron cruelmente expuestos a un juicio público. Las fuertes convicciones de Avedon se perciben aquí con claridad, y su visión de artista tiene el valor no solo de retratar, sino también de poner al descubierto. Otros retratos, como los que hace de los oprimidos norteamericanos, o de las víctimas de la institucionalización, constituyen un documento sociológico, al tiempo que son imágenes inolvidables que enseñarán a futuros historiadores cómo interpretar Norteamérica.

Richard Avedon, Unidentified American soldier, Fire Base Charlie, D.M.Z., Vietnam ©1999 Richard Avedon

Como comentarista documental no hay duda de que Avedon ha hecho su trabajo, que consiste en subrayar, o mejor dicho, en dramatizar, aspectos de la vida pública con frecuencia oscurecidos. Como artista, también ha hecho su trabajo, tomando en su mano la extensa escala de valores, tanto estética como visual, y logrando que exprese complejidades del ser humano raramente reveladas.

Richard Avedon, Abbie Hoffman, Yippie Chicago Seven Conspiracy Trial, September 25, 1969 © Richard Avedon

“Richard Avedon: Portraits”
Metropolitan Museum of Art, Nueva York.
Del 26 de septiembre de 2002 al 5 de enero de 2003
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