Noticias desde Nueva York: La Neue Gallery, Giacometti y “Brasil. Cuerpo y alma”

Dore Ashton

Quizá no sea excesivo sugerir que, después de todo, Kirkeby es un heredero de las introspecciones tempranas del siglo XX, desarrolladas por pintores como Kandinsky o como los expresionistas alemanes.

“Nuevos mundos: arte austríaco y alemán, 1890-1940”.
Del 16 de noviembre de 2001 al 28 de febrero de 2002.
Neue Galerie.
“Alberto Giacometti”.
Del 11 de octubre de 2001 al 8 de enero de 2002.
Museum of Modern Art.
“Brasil. Cuerpo y alma”.
Del 19 de octubre de 2001 al 27 de enero de 2002.
Solomon R. Guggenheim Museum.

Estos artistas cuentan hoy con una nueva casa propia, al lado de los artistas de la escuela vienesa, en un nuevo museo de Nueva York, la Neue Galerie que abrió sus aristocráticas salas frente al Metropolitan Museum a finales de noviembre. Alojado en una mansión, el museo era el sueño de Serge Sabarsky, el marchante que durante largos años trabajó sin descanso para dar a conocer el esplendor del fin de siglo de Viena -antes de la debacle que supuso la Primera Guerra Mundial-, incluyendo los magníficos dibujos y pinturas de Egon Schiele y de su mentor Gustave Klimt, ambos representados en la exposición inaugural. Lo que resulta de especial valor en el programa de la Neue Galerie es la intención de exponer tanto la colección de artes decorativas, como la de pintura y escultura, pertenecientes a la cultura alemana anterior a Hitler. Solo en raras ocasiones ha tenido Nueva York la ocasión de contemplar el maravilloso mobiliario producido en la Wiener Werkstätte por parte de visionarios como Otto Wagner y Josef Hoffmann, bien representados en la muestra inaugural, o el trabajo de Peter Behrens, cuyos diseños de objetos cotidianos sirvieron de acicate para los artistas de la Bauhaus. La instalación inicial de artistas germanos del museo incluye obras importantes de Erich Heckel, Max Beckmann, y ejemplos menores tanto del grupo El puente como de El jinete azul, así como varios ejemplos importantes de Oskar Kokoschka quien, al igual que Kandinsky, jugó un destacado papel en la renovación de Munich y Berlín. Otras exposiciones que permanecerán abiertas durante las vacaciones incluyen la muestra de Giacometti en el MOMA, traída desde Zúrich, y que, a pesar de su deficiente instalación y su abigarramiento, de nuevo pone de relieve la potencia de Giacometti a la hora de acometer tanto la pintura como la escultura. En el Guggenheim tenemos otra de esas muestras recargadas, llamada en esta ocasión Brazil, Body and Soul (Brasil, Cuerpo y Alma). El propio título ya sugiere la amenaza del kitsch que se hace patente en la decoración ideada por Jean Nouvel: toda la espiral ha sido pintada de negro, y el museo aparece transformado en algo así como un club nocturno de Río. A pesar de que se encuentran numerosas obras de calidad tanto en la sección histórica, en la que se destaca el período barroco de Brasil, como en la sección moderna, que trata de trazar la historia de la vanguardia brasileña, existe tan poca coherencia y tan poco espacio, que toda la exposición parece basada en lo que -suponemos- el Guggenheim considera que es la espectacularidad. Recientemente esta grandilocuente institución ha sido objeto de drásticos recortes que nos hacen pensar que no hay mal que por bien no venga.

Alberto Giacometti, Walking man, 1947

Egon Schiele, Self Portrait with arm twisted above head, 1910

Antonio Manuel, Phantom, 1995

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