El Museo del Prado celebra el centenario del nacimiento de Francis Bacon
Francis Bacon
Tríptico inspirado en el poema de T.S. Elliot “Sweeney Agonistes”, 1967
Nueva York, Hirshhorn Museum and Sculpture Garden, Smithsonian Institution, regalo de la Fundación Joseph H. Hirshhorn, 1972
Del 3 de febrero al 19 de abril de 2009 en el Museo Nacional del Prado de Madrid
Comisarios: Manuela Mena, Chris Stephens, Matthew Gale, Gary Tinterow y Anne L. Strauss
MUSEO NACIONAL DEL PRADO
Pº del Prado, s/n
Madrid (España)
Obras: 60
Organizan: Tate Britain, Museo Nacional del Prado y Metropolitan Museum of Art de Nueva York
El Museo del Prado acoge, cien años después de su nacimiento, la primera retrospectiva en torno a Francis Bacon que tiene lugar en España y que es también la segunda muestra individual que se le dedica al artista irlandés en nuestro país (la Fundación Juan March expuso diecisiete de sus obras en 1978). En esta ocasión serán 60 las pinturas que se exhibirán en la pinacoteca, tan frecuentemente visitada por Bacon en sus últimos años de vida, antes de su fallecimiento en Madrid en 1992. La exposición llega a la capital tras su exitoso paso por la Tate Britain londinense, donde cerró sus puertas el pasado 4 de enero, y a partir del 20 de mayo podrá contemplarse en el Metropolitan de Nueva York. Las obras mostradas serán esencialmente las mismas en las tres ciudades, pero como novedad el Prado presentará un tríptico fechado en 1984 y cedido por una colección privada que no se incluyó en Londres ni viajará a EE.UU.
Vinculado a Goya, Velázquez y Picasso, quienes, según el propio creador británico, agitaron su vocación pictórica y le hicieron ser quien fue; Bacon siempre imprimió a su producción una mirada viva y directa y una desbordante energía. Huyendo de convencionalismos y dejándose guiar por sus propias reglas y su personal manera de hacerlo todo con intensidad, afirmaba no creer en nada salvo en la banalidad de la existencia humana, banalidad que obligaba al hombre, según sus palabras, a convertirse en un ser extraordinario, ya que todo en torno a él carecía de sentido. Sus figuras solitarias, carentes de afectividad y a veces desfiguradas, de cuerpos distorsionados, buscan mostrar, más que ninguna otra cosa, la esencia del retratado, su personalidad, de ahí que la carnalidad y violencia que las caracterizan no representen sino los dilemas del alma y los vaivenes del pensamiento. Por eso el británico esperaba que, tras su muerte, la violencia que dimana de sus trabajos fuese considerada primero natural, y después bella. De esa fuerte voluntad por captar en sus trabajos la interioridad del personaje surge su profunda admiración por los maestros de la pintura española.
La muestra se estructura en diversas secciones (Animalidad, Aprensiones, Crucifixión, Crisis, Retrato y Épica), que aglutinan la mayoría de sus composiciones más destacadas, desde los inicios de su carrera, en la segunda mitad de los años cuarenta, hasta sus años finales. La muerte, el paso del tiempo, la vulnerabilidad humana, el sexo, la violencia, la amistad y la soledad obsesionaron a Bacon y están presentes en el conjunto de su obra, en la que prescinde de la realización de dibujos previos para otorgar todo el protagonismo a la fuerza del color y la forma. Las variaciones sobre el Papa Inocencio X, los trípticos de la Crucifixión (tema que cautivó al artista dublinés por el sufrimiento vital que padeció), sus trípticos homenaje a George Dyer o inspirados en Eliot o el Retrato de Isabel Rawsthrone en Soho se exhibirán en el Prado junto a otras piezas destacadas del pintor, figura mayor del arte europeo contemporáneo.
Francis Bacon
Tríptico en memoria de George Dyer, 1971
Fondation Beyeler, Basilea
Francis Bacon
Niño paralítico andando a gatas, 1961
La Haya, Colección Gemeentemuseum Den Haag