El pionero del land art ha fallecido en Nueva York a los 72 años de edad. A él le dedicamos el primer capítulo de nuestros nuevos especiales “El artista del mes”
Nacido en 1938 en Washington, Dennis Oppenheim se formó en la Escuela de Artes y Oficios de California y se trasladó en 1967 a Nueva York, ciudad en la que ha residido y trabajado hasta su muerte.
Precursor del arte conceptual y pionero de la performance, alcanzó el reconocimiento de público y crítica en la década de los sesenta como adalid del Land Art, movimiento que predicó una mayor simbiosis entre arte y naturaleza en creaciones a medio camino entre lo escultórico y lo arquitectónico. Oppenheim fue uno de aquellos pioneros que diseñaron paisajes a la medida humana, como sus Annual Rings (1998).
En 1972 participó en los Encuentros de Pamplona, en una etapa en la que ya cultivaba los más variados medios de expresión creativa: desde la escritura al body art (Parallel stress, 1970) pasando por las instalaciones, la fotografía o la performance (Rocked circle, 1971). Esa disparidad de géneros no expresa su voluntad de maestría en todos los campos sino más bien su deseo constante de experimentar e investigar al completo las posibilidades de lo visual y de las relaciones entre espectador y obra de arte.
A partir de los setenta trató de eliminar en lo posible la presencia del artista en su obra para que ésta quedase convertida casi en un dispositivo autónomo, en máquinas que remiten a Jean Tinguely (Attemp to raise hell, 1974) y en sus trabajos más recientes mezcló elementos superpuestos o contradictorios que incidían en su visión irónica de temas sociales o de la conflictiva esencia de la psique del ser humano moderno, de la violencia inherente al discurrir de nuestra época. Su obra nunca perdió referencias a la corporalidad y esa dimensión cercana y combativa lo alejó de las preocupaciones más épicas o bucólicas de Smithson o Heizer.
Más de setenta de los grandes museos internacionales (Tate Gallery, Centre Pompidou, MCA de Chicago, Seattle Art Museum, Kunsthaus Zürich) custodian su producción, que en España pudo contemplarse en 2005 en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid y en 2004 en una completa retrospectiva que le brindó la Fundación Cristóbal Gabarrón de Valladolid, muestra que viajaría después a Madrid, Valencia y Murcia. Nuestro país cuenta también con cinco obras públicas de Oppenheim: Device to Root out Evil (1997, Palma de Mallorca); Crystal Garden (1997, Navalcarnero), Stage Set for a Film (1998, Valladolid), Movil light house (Mula, Murcia) y Cactus garden (2007, Murcia). Obras públicas suyas fechadas en los últimos años se exhiben también en Toronto y Houston; se trata en todos los casos de piezas que dan la vuelta a lo convencional, a veces utilizando el recurso literal de poner las cosas boca abajo.
En 2007, la Bienal de escultura de la localidad canadiense de Vancouver le concedió el premio a toda una trayectoria trasladando objetos cotidianos a construcciones monumentales y escultóricas.
Reproducimos las palabras que hoy dedica a Dennis Oppenheim su amigo Cristóbal Gabarrón en El Norte de Castilla:
Dennis era ya un artista excepcional y todo un mito en el mundo del arte contemporáneo cuando a finales de la década de los 60 supe de él por el impacto que me causó su obra de ‘Arte de la tierra’ (‘Earth art y land art’). Más tarde tuve oportunidad de conocerle en Nueva York en los años ochenta a partir de la exposición que el Whitney Museum of American Art le dedicó. En los noventa organizaba unas fiestas maravillosas en su ‘loft’ de la calle Franklin, en Tribeca, donde fui alguna vez con mi hijo Cris, al que le encantaban esos encuentros donde se daban cita una singular mezcla del ‘culturburgo’ neoyorquino como diría Tom Wolfe de artistas, modistas, escritores, bohemios, galeristas, críticos, modelos, actrices, multimillonarios y coleccionistas. Pero desarrollé una profunda amistad a partir de las tertulias que celebraba algunos fines de semana, tanto en su apartamento, o en el mío. O cuando íbamos a su casa de campo de los Hampton en Long Island. Allí es donde hablamos por primera vez de Valladolid, en uno de los paseos por la playa mirando hacia el Este. Su curiosidad era enorme, era un gran ser humano, una gran persona. Dennis visitó por primera vez Valladolid en 1997, a partir del interés que el concejal de urbanismo de aquel momento, Alberto Gutiérrez Alberca, quien pensó que una buena idea de rendir homenaje a la Seminci sería a través de la instalación de una escultura monumental de un artista internacional. Y así fue, al año siguiente inauguró su ‘Escenario para una película’ en una de las nuevas rotondas del Paseo Zorrilla. En 2004 nuestro museo le organizó una exposición retrospectiva itinerante que, arrancando desde el propio Museo Fundación Cristóbal Gabarrón de Valladolid, fue al Círculo de Bellas Artes de Madrid, al Centro de Arte Bancaja de Valencia y a la Casa Díaz Cassou y Sala Verónicas de Murcia. El año pasado expusimos juntos y con Christo en el Armory Show de Nueva York. Actualmente, en Las Salinas Arte Contemporáneo de Medina del Campo, en el museo de escultura al aire libre que expone nuestra colección de arte público, le dedicamos un gran espacio con obras de diferentes épocas.
Dennis Oppenheim
Electric Kisses, 2009
Dennis Oppenheim
Garden of Evidence, 2008
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