Modernismo

Se denomina modernismo a una amplia corriente artística y literaria que buscaba la renovación creativa a finales del siglo XIX y principios del XX.

Internacionalmente, el modernismo es conocido como art nouveau, su denominación francesa, sin embargo, el estilo se caracteriza por su diversidad nacional y en España el modernismo tuvo ciertas particularidades de gran importancia que se reducen a su desarollo en Cataluña. Se caracteriza por su rechazo al historicismo académico de finales del siglo XIX, así como por su voluntad de llevar el arte a todas las facetas de la vida. Sienten especial predilección por la línea y sus valores expresivos, a lo que añaden cierta tendencia a la abstracción.

El estilo modernista fue sobre todo decorativo y sus manifestaciones más características tuvieron lugar en el campo de las artes aplicadas: cerámica, vidrio, yoyería, grabado y acrtel. Existió una amplia proliferación de arquitectos que, a la vez que mostraron su preferencia por los aspectos ornamentales del estilo, realizaron importantes aportaciones en el terreno estructural: columnas o vigas quedan a la vista y forman parte del sistema decorativo.

Destaca el modelado plástico y sinuoso de las superficies murales : el edificio se concibe como un ser vivo, susceptible de crecimiento, en oposición al racionalismo, del mismo modo que en las artes decorativas predominan las líneas curvas, los arabescos, la decoración floral, los temas marinos, los cabellos femeninos indulados…

El modernismo catalán tiene un profundo arraigo social y una larga duración, y es punto de referencia en la lucha por la definición cultural y política nacional. En pintura, destacan Ramón Casas y Santiago Rusiñol, que superan las corrientes realistas en pintura y ofrecen una síntesis de los grandes maestros de la escuela impresionista y postimpresionista, defendiendo una línea de modernidad muy prestigiada por artistas como Whistler o Sargent. Aportan la voluntad de pintar la vida circundante, el no preseleccionar el tema, así como el realizar encuadramientos insólitos y la estructuración de la obra en dos zonas de diferente iluminación, al igual que el gusto por los tonos grises y azules, propios de la escuela de París. La escultura modernista está muy ligada a las artes aplicadas; su estilo es idealizado, decorativo y sentimental, con abundancia de formas sinuosas y ligeras. Entre sus fuentes de inspiración, se encuentra la estampa japonesa, el simbolismo francés y la obra de Rodin y Meunier. En el ámbito arquitectónico se distinguen dos vías: una sigue la estela de Gaudí, creativa y expresionista y la otra está marcada por la personalidad de Domenech i Montaner, caracterizada por su racionalidad constructiva. En el desarrollo del movimiento juegan un papel esencial las exposiciones así como la revista L’Avenç, que se convierte en vehículo de definición del movimiento.