Arte islámico
Denominación que recibe el arte producido por individuos adscritos a la religión del Islam, en un marco geográfico que abarca tres continentes y que se extiende desde Indonesia hasta la Península Ibérica. Maduró en los territorios de los imperios bizantino y sasánida, imbuido de la estética oriental.
Destacan como sus constantes ideológicas el rechazo de la imagen y la predilección por las fantasías de fondo naturalista y geométrico.
En el mundo islámico se tiene la convicción de que el hombre no es ni el centro de la creación ni la medida perfecta a la que deben adecuarse el resto de las cosas, y este dato se traduce en prescripciones como la prohibición de reproducir imágenes de Alá y de los hombres, esta última no siempre respetada. El rechazo a la presencia de imágenes provoca la ausencia de una escultura islámica como tal, pues sólo está presente en función de la arquitectura, como un elemento para enriquecerla. Miniaturas, murales o mosaicos son la alternativa a la estatuaria. Se tiende a representar la naturaleza inanimada, lo que lleva a la predilección por las fantasías de fondo naturalista y geométrico como complemento de la arquitectura y a la repetición de formas abstractas. Es constante la presencia de polígonos y poliedros regulares o estrellados.
El ladrillo y la mampostería fueron los materiales constructivos más utilizados y sus materiales decorativos por excelencia son el yeso y la escayola.
El constructor islámico elige el cuadrado como elemento organizador del espacio y emplea la esfera cúbica para el desarrollo de las cúpulas. Como elementos sustentantes, emplean la columna y el pilar, ambos de herencia romana, porque soportan techumbres ligeras, habitualmente de madera, y el arco, normalmente el de herradura, con un ritmo binario de colores y de decoración en sus dovelas paralelas. Con frecuencia aparece enmarcado en el alfiz, moldura que toca tangencialmente el arco.
Respecto a la decoración arquitectónica, predomina la geométrica (compuesta por arabescos, lacerías y celosías recurriendo a la combinación de elementos extraídos de la naturaleza combinados de maneras totalmente fantásticas en perpetua repetición simétrica) y la epigráfica (inscripciones con versículos del Corán repetidos a veces con caligrafías diferentes) y se tiende a la policromía.
En las ciudades musulmanas, de trazado habitualmente caótico, destaca la presencia de zocos, caravasares, baños y palacios, como de La Alhambra y el Generalife en Granada o Medina Azahara en Córdoba, de madrassas, construcciones funerarias y mezquitas, lugar de oración y de reunión de la comunidad para la plegaria del viernes.
La mezquita se articula en una zona abierta, compuesta por un patio rectangular o cuadrangular con pórticos y una fuente para las abluciones, y una zona cubierta, o sala de oración, de forma cuadrada, estructurada en naves columnadas unidas por arcos orientados en perpendicular al muro de la Quibla. En el centro justo está la pared del mihrab, o espacio vacío que aumentará la voz del Imán cuando lea el Corán desde el púlpito o mimbar. Es el elemento mejor decorado de la mezquita.
Son construcciones importantes la cúpula de la Roca, la gran mezquita de Damasco, la madrassa del sultán Hassan de El Cairo o la mezquita de Ahmed I en Estambul.