Miró vuelve a Italia

Joan Miró. Luz y poesía

80 obras del artista inéditas en Roma se exponen en el Museo del Claustro de Bramante

Roma, 20/03/2012

Ochenta obras de Miró inéditas en Italia (entre pinturas al óleo de gran formato, acuarelas y esculturas de terracota y bronce) componen “Luz y poesía”, retrospectiva del artista catalán que puede verse en Roma a dos pasos de la Piazza Navona, en el Museo del Claustro de Bramante. Nunca antes se habían expuesto en Italia y entre ellas figuran obras maestras como Mujer en la calle (1973), el bronce Mujer (1967) y algunos de los bocetos que realizó para su mural en la Universidad de Harvard. Todas han sido cedidas para esta muestra por la Fundació Pilar i Joan Miró de Palma de Mallorca.

La exhibición, abierta hasta el 10 de junio, está comisariada por por María Luisa Lax Cacho, una de las grandes expertas internacionales en la producción de Miró, y busca analizar la última etapa de la larga trayectoria del artista, la que transcurre desde 1956 (fecha en que se hizo realidad su sueño de contar con un gran espacio propio donde trabajar, rodeado por la naturaleza mallorquina) hasta su muerte en 1983.

La exposición se estructura según un criterio cronológico y temático a lo largo de nueve salas. Su producción de aquellas tres décadas está estrechamente ligada a la isla de Mallorca y a la poesía y la luz que le sugería.

Desde sus inicios artísticos, Miró sostuvo que la carrera de cualquier creador debe orientarse hacia los proyectos a gran escala, como murales u obras de arte público que en su caso le permitieron trabajar junto a arquitectos y artesanos y relegar, en un principio, las pinturas de caballete a un lugar secundario. Su profunda admiración por Gaudí hizo que estos ambiciosos proyectos se embarcarán en terrenos propios de la arquitectura y la escultura. Sin embargo, a partir de 1956, Miró criticó numerosos aspectos de los bocetos de aquellas primeras obras de gran magnitud, llegando incluso a pintar sobre ellos.

En los sesenta y los setenta, sus obras reflejan, en temática y títulos, los ejes de su inspiración: los paisajes, las aves y las mujeres, amplificados y convertidos en una iconografía abstracta. La coexistencia en este periodo de diversos estilos y técnicas en su producción dio lugar a obras casi estáticas, como Mosaic (1966), y a otras de pinceladas confusas, como Poema, del mismo año.

En aquella época, Miró comenzó a pintar también en el suelo, caminando sobre sus lienzos y empleando aerosoles, además de óleos y carbón. La década de los setenta fue también testigo de sus obras monócromas: lienzos minimalistas de aire evanescente que remiten al Expresionismo abstracto americano y a la caligrafía oriental. En sus últimos años, llegaría a pintar con las manos, con los puños, utilizando madera, cartón o clavos en un ansia constante de experimentación que también dejo ver en sus esculturas.

Joan Miró. Luz y poesía

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