La pintura, una pintura en absoluto concebida en su sentido tradicional, es el principal medio de trabajo de Miren Doiz, que altera la estética de lo real, de nuestros entornos, invitándonos a formar parte escénica de sus trabajos. Se mueve en el campo de la pintura expandida (las suyas no tienen como soporte lienzos tradicionales, sino edificios enteros, lugares públicos, medios de transporte u objetos cotidianos), y también es autora de instalaciones y fotografías complementarias a la misma. Suele explorar a fondo la potencia expresiva del color y los talleres de artista son uno de sus motivos más frecuentes.
Comenzó a trabajar Miren hace algo más de una década en proyectos que conjugaban precisamente la pintura, la instalación y la fotografía a la hora de recrear paredes de un hogar y mobiliario, sobre ellos Doiz aplicaba pintura acrílica. El último eslabón de aquellos trabajos era la foto del lugar con su habitante correspondiente, por eso la artista calificó a estos trabajos como cuadros habitados.
Analiza el carácter específico de cada espacio donde trabaja, muchos no expositivos, planteándose qué implicaciones ofrecen en cuanto a las nociones de lo real y lo recreado, lo singular o lo habitable, y en sus obras recientes ha optado por cuestionar además sus propios procedimientos de trabajo, sus maneras de hacer aprendidas.
Elabora, desde ese fin, en los últimos años intervenciones en las que la pintura, de presencia evidente en sus anteriores trabajos, se hace casi invisible manteniendo su capacidad para transformar por completo espacios, y también realiza piezas basadas en el empleo de materiales encontrados, tela, plásticos, cartón o papel. Esos objetos se han convertido para ella en materiales de uso más frecuente que la propia pintura, con el objetivo de dejar a un lado recursos pictóricos propios de sus “maneras aprendidas”.
Algunos de estos proyectos recientes formarán parte, desde el 2 de abril, de la que será la segunda exposición individual de Miren Doiz en la Galería Moisés Pérez de Albéniz, titulada “Dejar de pintar como antes lo hacía”.
En palabras de Ángel Calvo Ulloa, era cuestión de tiempo que el trabajo de Miren Doiz diese este paso. Se trataba de situarse a medio camino entre la intervención y el objeto, un cambio que no siempre se produce de un modo natural, pero que en su caso supone una transformación cuando menos peleada. Ahora que las intervenciones cuelgan de las paredes, que pintar ha dejado de ser predicado para convertirse en sujeto; logrado eso si por medio de elementos preexistentes tomados de lugares donde la pintura parecía no tener lugar, da la impresión de que todo esto ya estaba ahí, de que no existe un antes y un después.
Acostumbrada a trabajar de manera específica, no sorprende que ahora el estudio se le quede pequeño, porque ahora hay estudio y eso ha sido el detonante de este paso al frente. Las paredes van sosteniendo cada una de estas composiciones, intentando relacionarse unas con otras, pero negociando una tregua entre ellas que sugiera de algún modo el espacio de la galería. Por eso la maqueta. Por eso las dudas y quizás por eso el dejar de pintar como antes lo hacía.
Nacida en 1980 en Pamplona y licenciada en Bellas Artes, Miren ya ha presentado individuales en ARCO Lateral (2014), el Gabinete Estampa de Foro Sur (2013), el Horno de la Ciudadela de Pamplona (2012) y la Casa del Almirante de Tudela (2010).
Ha sido galardonada con el Premio DKV durante la feria Estampa, en 2015, y en los últimos años ha sido finalista en el concurso Pepe Estévez (2015), ha recibido la beca de la Fundación Pollock-Krasner (2014) y ha sido seleccionada en la Bienal de fotografía Purificación García (2010), en el Archivo de Creadores de Matadero, Madrid (2009) o en el Concurso de Artes visuales Injuve 08 (2008). Además ha recibido una de las Ayudas a la Creación del Gobierno de Navarra (2006), el segundo premio de Encuentros Jóvenes Artistas de Navarra (2005) y el segundo premio del concurso Jóvenes Artistas del Ayuntamiento de Pamplona (2003).
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