Lleva cerca de seis décadas tratando de reflejar en sus trabajos temas y objetos cotidianos desde una óptica que busca ser lo más objetiva posible y, con una economía de medios que ha convertido en su sello, ha desarrollado un extenso catálogo de imágenes que nos son muy familiares y que expresan ideas complejas con recursos sencillos.
La mayor retrospectiva de Michael Craig-Martin que se haya presentado en Reino Unido acaba de abrirse en la Royal Academy of Arts de Londres, ha sido comisariada en colaboración con el artista y consta de 120 trabajos fechados desde los sesenta hasta la actualidad, entre esculturas, instalaciones, pinturas y dibujos, algunos de ellos realizados específicamente para la ocasión; esta es su exhibición más ambiciosa.
Nacido en Irlanda en 1941, se formó en Estados Unidos antes de regresar a Londres, en 1966, y allí ha residido desde entonces, dedicando parte de su tiempo a la docencia (ha influido notablemente en la generación de los Young British Artists, que integraron, entre otros, Damien Hirst, Gary Hume, Sarah Lucas o Fiona Rae) y dando forma a una producción en la que ha transformado en ejes de reflexión objetos y creaciones reconocibles -desde artículos para el hogar hasta dispositivos móviles, obras de arte famosas y edificios modernistas-, valiéndose de líneas simples, sin inflexiones, una paleta llamativa y una estética que conjuga elementos del minimalismo, el pop art y la corriente conceptual. Concede, a esos enseres de uso frecuente, los formatos de las pinturas históricas, por lo que en conjunto pueden considerarse naturalezas muertas o retratos representativos de la vida contemporánea, de nuestra tendencia al materialismo y la acumulación.
Las galerías principales de la Royal Academy acogen, en disposición cronológica, una selección de piezas datadas a lo largo de su carrera, desde las más tempranas, basadas en objetos encontrados a pie de calle (baldes, botellas de leche y espejos, que remiten a los orígenes experimentales de su práctica). Contemplaremos las instalaciones On the Table (1970), en la que cuatro cubos de metal llenos de agua sirven de contrapeso a la mesa suspendida sobre la que se encuentran, o An Oak Tree (1973), que consta de un vaso de agua sobre un estante y un texto en el que el artista explica, apropiándose plenamente del pensamiento conceptual, que pese a lo que pueda parecer ha transformado el humilde objeto en un roble. Convertía las apariencias en aire.
Esa obra, ahora emblemática, supone uno de sus ensayos en torno al rol de las creencias en la configuración de las dinámicas entre el artista, la obra de arte y el espectador; tras ella llegó para Craig-Martin una suerte de punto muerto en el que buscó direcciones que lo alejaran de lo conceptual, direcciones que en algún caso pasaron por dibujos murales a gran escala complementados con el uso de proyectores. Uno de ellos fue Interlocked, que desplegó en el MoMA de Nueva York en 1990 y que se ha recreado en las paredes del museo inglés: daba aquí protagonismo ya a objetos cotidianos, en segundo plano en nuestros cuidados pero fundamentales para la marcha de nuestra vida diaria.
Fundamentalmente desde ese momento empezó el artista a gestar un diccionario de motivos potencialmente artísticos que ha repetido y adaptado a diferentes espacios y situaciones: son los que pueblan también sus grandes pinturas de tonos muy vivos, a las que se viene dedicando desde los noventa y por las que la mayoría lo reconocemos; es el caso de Eye of the Storm (2003), llegada a la Royal Academy, como tantas otras, desde el Irish Museum of Modern Art de Dublín.
Los cambios en su empleo de unos u otros utensilios dan cuenta de cambios sociales paralelos: de sus cubos y escaleras primeros, propios de un Occidente en etapa postindustrial, pasó a teléfonos móviles e iPads; ha ido convirtiendo lo descartado y barato en paradojas, en artículos de lujo alrededor de los que hoy se construyen identidades. Otro capítulo de su producción reciente lo constituyen sus pinturas de palabras, igualmente presentes en la Royal Academy: le sirven para estudiar las relaciones entre texto e imagen.
Se cierra el recorrido examinando sus reelaboraciones de obras fundamentales del arte y el diseño, desde la fuente duchampiana a la silla Barcelona de Mies van der Rohe, presentando sus obras ejecutadas para esta antología, una experiencia digital inmersiva (la pintura de Craig-Martin, en realidad, ya lo es) y varias esculturas monumentales de sus piezas cotidianas, estas últimas en el patio Annenberg de la Real Academia de Bellas Artes.
Esta muestra continúa la línea de programación que la Royal Academy brinda a sus académicos vivos: Craig-Martin lo es desde 2006 y sigue la estela expositiva de Marina Abramović, William Kentridge, Antony Gormley, Ai Weiwei y Anish Kapoor.
Michael Craig-Martin
Burlington House
Piccadilly, Londres
Del 21 de septiembre al 10 de diciembre de 2024
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