Las piezas de Mercedes Lara son cambiantes porque el tiempo es el centro de su obra: modula luces variables creando con ellas ciclos y transformando colores. En ese proceso modifica también los espacios, en un intento constante por interpretar y hacer suyo el continuo transcurrir de los minutos y nuestra percepción del mismo, igualmente en permanente evolución. Dice la artista que todo lo que hace es meter trozos de tierra en cajas, como haría el Principito con su cordero, y agujerear estas cajas.
Trabaja Lara con esas dimensiones, la temporal y la espacial, porque le atrae nuestra ausencia de control sobre las mismas: el hecho de que se trate justamente de agujeros a los que nunca podremos sustraernos. La escapatoria es imposible, pero sí podemos hacernos conscientes del paso del tiempo y sus efectos y de las mutaciones espaciales, agudizar nuestra observación de los mismos. Precisamente atendiendo a ese objetivo de acentuar nuestra atención hacia el devenir selecciona la artista manchega sus materiales, siempre artesanales, especialmente la delicada porcelana, que la ha entusiasmado, en sus palabras, por su elegancia, fragilidad y a su vez su increíble dureza, además de por permitir esmaltes de gran resistencia.
La actual muestra de Lara en la Galería Lucía Mendoza, que es su segunda individual allí, lleva por título “habitando el proceso”; se presentó coincidiendo con la última edición de Apertura Madrid Gallery Weekend y de nuevo se articula a partir de esas dos ideas-fuerza de tiempo y espacio, que Lara no solo entiende como intereses personales sino como preocupaciones colectivas en torno a nuestros modos de habitar y sus fluctuantes ritmos y movimientos. El resultado es inevitablemente poético, pero además, como recuerda Fernando Castro Flórez en el catálogo de la exposición, abre la puerta al lado extraordinario e inquietante de lo cotidiano, al subrayar las atmósferas siempre distintas en las que discurren nuestras rutinas: Las fascinantes estancias habitadas por las luminosas obras de Mercedes Lara son un auténtico regalo que nos hace recordar que la poesía es lo que nos (hace) falta, pero, sobre todo, nos animan a asumir la condición mutante de nuestra identidad, gozando de reflejos tan inquietantes cuanto familiares. Este proceso da cuenta de lo que somos.
Las pequeñas piezas blancas y delicadas de Lara apuntan a que ocupamos un espacio y un tiempo que se desenvuelven en ritmos precisos en constante transformación, en un cambio en el que convergen los hábitos individuales y colectivos. En inicio proyecta sus ideas a través del dibujo y, asociándolas, encuentra el modo de reivindicar la conciencia y el habitar del momento. En sus palabras, este proyecto tiene la pretensión de ser un dibujo de la idea de habitar los procesos, es decir, de habitar el presente. El presente es, puede situarse en el tiempo y en el espacio y reconocer un ritmo pero no puede cuantificarlos; esa capacidad pertenece a otro momento que también será presente.
Mercedes Lara. “habitando el proceso”
c/ Bárbara de Braganza, 10
Madrid
Del 12 de septiembre al 9 de noviembre de 2019
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