El Museo del Prado deposita en Palma de Mallorca un gran paisaje de la ciudad, obra del paisajista catalán Eliseo Meifrén. La obra participó en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1908. Tenía entonces un formato de tríptico, muy usual entre las pinturas de gran formato en aquellos años. Tras su recientísima restauración supervisada por el Prado, después del levantamiento de su depósito en la Embajada de Bruselas, donde se había depositado en 1928, se ha restituido la disposición original de tríptico. El cuadro recupera así todo su sentido, que participa tanto de la búsqueda de una armonía decorativa que expresa la profunda belleza del Mediterráneo, como de la investigación naturalista en la captación del paisaje. Esta es bien patente en los primeros términos, donde es visible la relación con Joaquín Mir, que había pintado poco antes en Mallorca, pero asume una personalidad propia muy marcada, que alcanza una gran calidad en las pinceladas de los esbeltos troncos de los pinos y en la representación de los distintos azules del agua y el cielo.
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