Medianoche en la ciudad

ARTIUM acoge una muestra colectiva sobre la transformación de lo urbano al llegar la noche

Fragmentos de novelas, obras de artistas audiovisuales y fotogramas fílmicos se dan cita en la Sala Norte de ARTIUM, hasta el 27 de marzo, en el marco de la muestra “Medianoche en la ciudad”, que pretende ofrecer una visión lo más amplia posible de las transformaciones del medio urbano en la oscuridad. La exhibición, producida en colaboración con el Centre d´ art La Panera, se alejará de los discursos turísticos oficiales para prestar especial atención a las historias ocultas de noctámbulos e iniciados en la noche y de las calles y plazas periféricas en las que reina la inseguridad.

 

En Vitoria podrán contemplarse la serie fotográfica Dream House de Gregory Crewdson (2002), Cas & Gas de Begoña Zubero (2003) o los vídeos Impasse y Midnight Express de Ergin Çavasoglu (2008), centrados estos últimos en situaciones tan inquietantes y violentas como familiares. Partiendo de la base de que los espacios públicos se experimentan y viven de forma diferente durante la noche, podemos deducir que se prestan a la construcción de ficciones, posibilidad que emplea Juan Pablo Ballester, oponiendo ciudad y juventud en En ningún lugar (2002) o Carles Congost, recreando personajes de un mundo ideal en Tonight´s the night (2003).

 

Al lado desconocido y temido de la noche, que nos atrae tanto como nos repele, responden las frágiles arquitecturas de Carlos Garaicoa o la instalación Last night (1993) de Félix González Torres. En ese espíritu se enmarca también el diaporama de Nan Goldin The ballad of sexual dependency (1981-2000), una autobiografía doméstica sobre los aspectos más oscuros de las relaciones interpersonales.

 

Por su parte, Azucena Vieites o Carmela García llevan a cabo en sus obras Un cambio de forma (2005) y Escenarios (2007), una aproximación a lo nocturno desde la feminidad, dada la apropiación generalmente masculina del espacio público nocturno. Ignasi Aballí y Jean-Marc Bustamante lo conciben como espacio propicio para la maldad y Carlos Pazos y Massimo Vitali aluden a la noche como símbolo de resistencia ante el orden imperante o como tiempo propicio para la formación de nuevos signos grupales en torno a la música.

 

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