Fue seguramente el más talentoso alumno de Rafael e impuso un arte distintivo e innovador en Mantua, la ciudad de los Gonzagas: un manierismo al que contribuyó decisivamente a definir frente a las convenciones clasicistas del Alto Renacimiento.
El Palacio Ducal de aquella ciudad, donde además Romano murió en 1546, presenta hasta enero de 2020 “Con Nuova e Stravagante Maniera”, una retrospectiva organizada en colaboración con el Museo del Louvre que recorrerá la trayectoria del pintor desde sus inicios en Roma, donde nació en 1492 o 1499, hasta su larga y extensa actividad mantuana, acentuando la diversidad de sus intereses y las variadas disciplinas en que se expresó su genio multifacético, desde la arquitectura hasta la joyería, pasando por la pintura, el tapiz y la práctica del dibujo, común denominador este del conjunto de su trayectoria y campo en el que destacó ya desde sus años de formación junto al autor de La escuela de Atenas.
La muestra reúne obras llegadas de París (más de setenta hojas de dibujos), pero también una rica selección de trabajos procedentes de grandes colecciones de museos italianos e internacionales, como las de la Albertina, el Victoria & Albert Museum de Londres o Windsor. Son mayoría las pinturas, pero asimismo destacan sus grabados y sus obras en el ámbito de la decoración mayólica: ornamentación cerámica realizada sobre loza estannífera, con un esmalte de plomo opacificado con estaño y decorada con óxidos. Las piezas se acompañan, a lo largo de tres secciones, con presentaciones en tecnologías digitales: reconstrucciones 3D de objetos y diversas piezas que nos animan a examinar en detalle las innovaciones de aquella forma de trabajar que Girgio Vasari definiera en sus Vidas como “nueva y extravagante”.
Decíamos que Giulio Romano se formó con Rafael: fue su principal ayudante y el discípulo del genio con mayor proyección. Además de colaborar con él en las Estancias vaticanas, finalizó los trabajos que su maestro había dejado sin concluir, entre ellos La Transfiguración de la Pinacoteca Vaticana, y se le atribuye una importante participación en las salas de Heliodoro, en la del Incendio y en la de Constantino.
Entre 1518 y 1519, mientras Rafael se encargaba del programa decorativo de la logia del papa León X en el Vaticano, Giulio se ocupó de la dirección de los pintores. También colaboró con su maestro en la realización de numerosas obras de caballete y, a su muerte en 1520, heredó la dirección del taller junto a Giovanni Francesco Penni. Entre otros proyectos, continuó la decoración de la Sala de Constantino en el Vaticano, para la que realizó La batalla de Constantino, y en este mismo periodo diseñó varias villas romanas para patronos destacados, como la del cardenal Giulio de Medici, futuro papa Clemente VII.
En definitiva, fue Romano uno de los catalizadores imprescindibles del manierismo en torno al Vaticano hasta que su figura quedó indisolublemente vinculada a la de Federico Gonzaga, para quien trabajó cerca de dos décadas, desde finales de 1524.
Los servicios que el duque de Mantua requirió de Romano no sólo se limitaron al ámbito de la pintura, ya que en esta ciudad ejerció de arquitecto, decorador e ingeniero y allí dejó, quizá, su producción más brillante apoyándose en un equipo con el talento necesario para traducir sus ideas a los materiales más diversos. También Vasari comentó sobre sus trabajos en Roma y en Mantua que “nos parecen no tanto salas para los hombres cuanto residencias para los dioses hechas para ejemplo de los hombres”.
Giulio se convirtió, además, en el rector de la vida cultural de la ciudad, dirigiendo prácticamente cualquier actividad artística. El más importante de todos sus proyectos fue la construcción y decoración, entre 1527 y 1534, del Palazzo Te, residencia de descanso de la familia Gonzaga situada en los alrededores de Mantua. Dentro del completo programa decorativo que desarrolló a lo largo de sus diferentes estancias, destacan, por la calidad y teatralidad de sus frescos, la Sala di Psiché y la Sala dei Giganti.
Años después, entre 1536 y 1538, llevó a cabo para su patrono otra gran empresa decorativa, en esta ocasión en el Palacio Ducal de Mantua (donde precisamente tiene lugar esta exposición antológica): el Apartamento di Troia.
El Palazzo Te también se suma a esta celebración manteña del genio de Romano: igualmente hasta enero exhibe “Arte e Desiderio”, una muestra que ahonda en la relación entre las imágenes eróticas de la antigüedad grecolatina y la pintura figurativa desarrollada en Italia en la primera mitad del siglo XVI.
Centrándose en la producción de Giulio pero contando también con trabajos de otros autores, se estudia la generalizada difusión de un vasto repertorio de imágenes amatorias en la cultura artística del siglo XVI y se revela la permeabilidad existente entre la alta y la baja cultura en la producción de esas obras.
De esta exhibición forman parte trabajos llegados de los fondos del Hermitage ruso, el Metropolitan de Nueva York, el Louvre, el British Museum, el Rijksmuseum holandés, la Galleria Borghese, los Uffizi y el Museo Bargello florentino; piezas que subrayan el carácter lúdico, inventivo y a veces subversivo de aquellas estampas y toda la flexibilidad posible en el tratamiento del asunto erótico: en dibujos, pinturas, grabados, esculturas, mayólica e incluso tapices.
El eje temático de la exposición, que ofrece al público la posibilidad de investigar un aspecto relativamente desconocido del arte del Renacimiento, está estrechamente relacionado con el lugar que lo alberga, porque los relatos eróticos y las historias de amor son recurrentes en las pinturas que pueblan las estancias del Palazzo.
“Con Nuova e Stravagante Maniera”
Piazza Sordello, 40
Mantua
Del 6 de octubre de 2019 al 6 de enero de 2020
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