Jean-Baptiste Camille Corot. Gitana con pandereta, hacia 1865. RMN Grand Palais (Louvre)
La Fundación MAPFRE abre 2013 con dos amplias muestras dedicadas a la transición del Impresionismo al Postimpresionismo y a la gestación del mito del artista moderno
“Luces de bohemia. Artistas, gitanos y la definición del mundo moderno”
“Impresionistas y postimpresionistas. El nacimiento del arte moderno. Obras maestras del Musée d´ Orsay”
FUNDACIÓN MAPFRE. SALAS RECOLETOS
Paseo de Recoletos, 23
28004 Madrid
Del 2 de febrero al 5 de mayo de 2013
Lunes, de 14:00 a 20:00 horas
De martes a sábados, de 10:00 a 20:00 horas
Domingos y festivos, de 11:00 a 19:00 horas
Un festín de puro placer visual y una muestra que, a su alta calidad visual, une una honda reflexión sobre la génesis del artista en su concepto moderno son las dos grandes propuestas expositivas con las que la Fundación MAPFRE abre el año. Ambas podrán verse en sus salas de Recoletos a partir del 2 de febrero.
“Luces de bohemia”, que ya pudo verse en el Grand Palais de París con algunas modificaciones – la Fundación MAPFRE presenta una versión más española de la muestra, que arranca con Goya y finaliza con Picasso – ahonda en los orígenes de la bohemia artística y en la relación de ésta con la representación artística de los gitanos. Consta de un centenar de trabajos llevados a cabo por maestros como Watteau, Gainsborough, Corot, Delacroix, Manet, Degas, Sorolla, Van Gogh o Signac y nos traslada a las últimas décadas del s XIX, a la época en que ciertos artistas franceses o centroeuropeos decidieron vivir errantes, libres, hasta donde pudieron, de las normas sociales, siguiendo caminos personales que los alejaban del academicismo y asumiendo sus consecuencias, teniendo el coraje de vivir solos y a menudo contando con escasos recursos materiales. Marginados en su tiempo (de ahí su frecuente paralelismo con el mundo gitano, que fascinó a muchas de estas grandes figuras de la vanguardia), desarrollaron una labor esencial en la génesis de la idea contemporánea del artista como mito ajeno a convenciones. El fracaso (sólo a corto plazo a veces) fue el precio de su libertad y de su apuesta por una vida auténtica.
Vincent van Gogh. Las caravanas, campamento gitano cerca de Arlés, 1888. Musée d´ Orsay
Las buhardillas y tabernas de París fueron su medio natural y los gitanos, modelo habitual para muchos de ellos, ejemplos de una alteridad a la que aspiraban. Los artistas decimonónicos no fueron los primeros fascinados por la etnia, popularizada desde el s XV por pintores y escritores y recreada, en forma de pintorescas gitanas vinculadas al cortejo amoroso, por Watteau o Boucher. Sus campamentos serían plasmados por Teniers, Morland o Gainsborough, que entendieron estos asentamientos como encarnación de una nueva armonía entre hombre y naturaleza, armonía contraria a la estrechez de las estructuras burguesas.
Desde Courbet y Manet, la representación artística de las clases marginadas se hizo más habitual, al permitir a muchos creadores escapar de los rígidos géneros académicos para dar paso a un arte más sincero y próximo a la realidad social, pero también a la tradición pictórica española marcada por Goya y Velázquez. Lo veremos en MAPFRE en piezas magistrales como Campamento gitano y El baile español de Sargent o Las caravanas, campamento gitano cerca de Arlés, de Van Gogh.
Ramón Casas. El bohemio poeta de Montmartre, 1891 Kees van Dongen .Gitana, 1911. VEGAP
Y dentro de las representaciones del pueblo gitano, se hace imprescindible hablar de una figura-institución: la de la gitana, mitificada antes por Cervantes, Víctor Hugo o Mérimée y retratada, huyendo de estereotipos, por Anglada-Camarasa, Manguin o Van Dongen. La libertad y la marcada personalidad que en sus pinturas se reflejaba sería ansiada y buscada por los jóvenes artistas que trabajaron a mediados del XIX, ensalzados por Baudelaire y satirizados por Daumier, en ambos casos por su entonces peculiar (y certero en muchos casos) código vital: mi hambre de hoy será mi gloria futura…Entre las obras emblemáticas del momento presentes en MAPFRE, podemos citar el par de botas de Van Gogh, pero también las inspiradas por la academia de bohemia que fue Montmartre, de la que fue maestro Toulouse-Lautrec. No faltarán en la exhibición pinturas de artistas españoles atraídos por aquel ambiente seductor y melancólico, como Rusiñol, Ramón Casas o el propio Picasso con sus Azoteas de Barcelona.
Claude Monet. Le bassin aux nymphéas, harmonie verte, 1899. Musée d´ Orsay, París
En cuanto a “Impresionistas y postimpresionistas. El nacimiento del arte moderno”, la segunda gran muestra que el 2 de febrero abre al público en la Fundación MAPFRE y una más dentro de la fructífera colaboración entre esta institución y el Musée d´ Orsay, debemos subrayar que ha sido concebida como continuación de “Impresionismo. Un nuevo renacimiento“, presentada en estas salas en 2010. Es osado decir que quizá sea la exposición más ambiciosa presentada por la Fundación, pero recoge 78 obras maestras que buscan trazar la historia del nacimiento del arte moderno, trasladarnos al afán del colectivo impresionista por seguir buscando, por relegar el canon de belleza frente a un canon de libertad, por subrayar que la pintura puede ser bella en sí misma independientemente de lo que represente, incluso aunque no represente nada.
La exhibición se inicia con las primeras series de Monet (no faltan Las catedrales de Rouen, sus vistas de nenúfares y del parlamento de Londres) y termina con trabajos públicos decorativos de Vuillard. Entre ellos, veremos un entusiasta despliegue de homenaje a la pintura desarrollado entre 1886 y 1900 por Renoir, Seurat, Signac, Pissarro, Cézanne, Toulouse-Lautrec, Gauguin, Serusier, Maurice Denis, Bonnard, Vallotton y Van Gogh.