La Fundació Mies van der Rohe de Barcelona acoge, del 18 de septiembre al 5 de octubre, Lost Limits, una intervención de la artista e intérprete austríaca Anne Glassner y la escultora alemana Marit Wolters, en el marco de Barcelona Gallery Weekend y de SWAB.
Las esculturas de Wolters aluden a la presencia: se trata de construcciones efímeras que siempre se relacionan con el espacio que ocupan y subrayan el potencial de los materiales; mientras que las acciones de Glassner derivan de la observación minuciosa de los actos cotidianos.
Esta colaboración que recala en Barcelona surgió tras sus exposiciones conjuntas en 2021 y 2022 en la Villa Tugendhat de Brno, en la República Checa, igualmente obra de Mies van der Rohe junto a Lilly Reich. En la capital catalana nos ofrecen una intervención que integra sus respectivos lenguajes para generar un diálogo entre la arquitectura y la naturaleza; también entre lo público y lo privado, lo doméstico y lo expositivo, el que mira y lo observado.

Contemplaremos una serie de esculturas de hormigón realizadas por Wolters, inmersas en el agua del estanque del Pabellón, que remiten visualmente al mármol travertino que las rodea. En cuanto a la performance, introduce una noción de domesticidad poco habitual en este complejo: ambas artistas, vestidas con ropa de camuflaje que las fundirá con la arquitectura, llevarán a cabo gestos cotidianos —como sentarse, caminar, tumbarse, beber, comer o jugar— que cobrarán nuevos sentidos en este contexto. El visitante pasará a formar parte de la obra, y su presencia podrá interrumpir o redirigir el movimiento de las dos intérpretes.
Tanto para Glassner como para Wolters, trasladar actividades cotidianas del ámbito privado a un espacio público como el Pabellón implica devolver intimidad a este último. Con Lost Limits, proponen al visitante tomar conciencia de cómo gestos sencillos, como regar una planta o modificar nuestra postura, pueden hacernos dialogar con la arquitectura.
La obra, además, invita a percibir cómo el mismo Pabellón, los objetos y la presencia humana pueden converger para difuminar fronteras y estimular la reflexión sobre aquello que se oculta y lo que se revela, sobre la ausencia y la presencia, en último término sobre el arte y la vida.

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