La Tate Britain confronta la producción del británico a pinturas de los genios que le influyeron, como Rubens, Tiziano o Veronés
La producción de Turner, tradicionalmente considerado precursor del Impresionismo y de la abstracción contemporánea, se confronta por primera vez con los trabajos de grandes maestros del pasado que le inspiraron y de contemporáneos con los que mantuvo cierta rivalidad.
Sus paisajes de mayor dramatismo se expondrán en la Tate Britain londinense, hasta el próximo 31 de enero, junto a piezas de Rubens, Canaletto, Tiziano, Salvatore Rosa, Poussin, Ruisdael o Rembrandt con el propósito de llamar la atención del espectador en torno a un aspecto poco estudiado de la obra y del carácter del británico: el de su obsesión por demostrar su valía y manifestar que su calidad artística igualaba o superaba la de sus antecesores.
Nacido en el seno de una familia humilde, Turner trabajó sin descanso para convertirse en un gran artista, y trató de entrar en competencia directa con los mejores creadores del pasado y de su tiempo. De hecho, con el objetivo de autopromocionarse, legó dos de sus pinturas (Dido construyendo Cartago y El sol sale en medio del vapor) a la National Gallery para que pudieran exponerse allí, junto a los paisajes de Claudio de Lorena, y su rivalidad con John Constable fue conocida en su época.
Muchas de las piezas que exhibe desde mañana la Tate Britain son inéditas, otras no se habían mostrado al público prácticamente desde el fallecimiento del pintor. Será el espectador quien deba decidir si maestros o genial emulador ganan la batalla.
Fotografía: Turner. Crossing the Brook, 1815 © Tate