Los locos veinte de Stuart Davis en La Habana

Kasmin recuerda en una muestra en Nueva York su paso por la capital cubana

Nueva York,

Tras contraer la llamada gripe española, buscando superar su convalecencia y también un cambio de aires, viajó a La Habana Stuart Davis, pintor esencial de la modernidad americana que sintetizó en su producción las corrientes de vanguardia europea y el espíritu de la sociedad estadounidense. Hijo del editor artístico del The Philadelphial Press, había podido conocer de la mano de su padre a Robert Henri y Joan Sloan y en su producción temprana tomó elementos cubistas para crear obras inspiradas en las formas de vida de la metrópolis que muchos expertos consideran el equivalente en las artes plásticas de lo que el jazz había supuesto en el ámbito musical.

"Stuart Davis in Havana". Kasmin
“Stuart Davis in Havana”. Kasmin

El último día de 1919 se unió a su amigo, y también pintor, Glenn O. Coleman en la capital de la Cuba, país que en aquel momento atraía a quienes buscaban aventuras, noches sin fin, diversión y libertad. A un Davis de 27 años, en una etapa crucial de su carrera, el lugar le suscitó nuevas ambiciones: impulsado por el floreciente modernismo y animado por su progresiva consolidación de un original vocabulario visual, llevó a cabo en el inicio del año 20 acuarelas en las que experimentó audazmente con planos de colores brillantes. Destacan Dancers on Havana Street y Woman with Shawl, que se componen de siluetas angulares representadas en tonos púrpura, ocre, negro, amarillo brillante y rojo intenso, presagiando trabajos de finales de aquella década en los que sintetizaría estos mismos asuntos en una geometría cada vez más rigurosa, definida por el color en lugar de por el espacio y sus dimensiones.

Scott Fitzgerald dijo de los locos años 20 que iban a ser la juerga más grande y chillona de la historia y habría mucho que contar al respecto; en el caso de Davis, hubo mucho que pintar.

Entremezclando lo real y lo ficticio, superpuso representaciones del paisaje natural de La Habana con elementos arquitectónicos rastreados en detalle que observó en construcciones reconocibles como la Iglesia del Santo Ángel Custodio, la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña o las fortificaciones de la ciudad vieja; en Parque Centrale — Cuba incorporó el contorno quebrado de una estatua allí ubicada, la del político Carlos Manuel de Céspedes, entre palpitantes franjas de color. Los muy logrados efectos translúcidos de estas obras permiten, de cara al espectador, que las imágenes se enfoquen y desenfoquen, evocando sensaciones efímeras que podemos asociar a la memoria o el sueño.

Su estancia en la isla fue breve, porque en febrero del mismo 1920 ya se encontraba de regreso en Estados Unidos, país sumido entonces en un periodo de agitación cultural y crecimiento industrial (previo a la gran caída de los treinta). Sabido es que Scott Fitzgerald dijo de los locos años 20 que iban a ser la juerga más grande y chillona de la historia y habría mucho que contar al respecto; en el caso de Davis, hubo mucho que pintar.

Bajo el comisariado de Priscilla Vail Caldwell y en colaboración con Earl Davis y el legado de Stuart Davis, Kasmin nos ofrece en Nueva York la oportunidad de viajar con Davis a La Habana en estos otros, bien convulsos, años veinte. Se exhiben una decena de aquellas acuarelas cubanas, imágenes que dan fe de lo provechoso de aquella estancia aunque fuese breve, junto a abundante material de archivo, incluyendo postales, boletos de lotería y el pasaporte del pintor.

Stuart Davis. Three Women with Terrace, 1920
Stuart Davis. Three Women with Terrace, 1920
Stuart Davis. Rurales No. 1, Cuba, 1920
Stuart Davis. Rurales No. 1, Cuba, 1920
Stuart Davis. Parque Centrale–Cuba, 1920
Stuart Davis. Parque Centrale–Cuba, 1920

 

 

“Stuart Davis in Havana”

KASMIN

297 Tenth Avenue

Nueva York

Del 30 de junio al 13 de agosto de 2021

 

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