La Galería Guillermo de Osma de Madrid repasa la trayectoria del artista asturiano a través de una veintena de sus obras
“Luis Fernández 1900-1973”
c/ Claudio Coello, 4
28001 Madrid
Del 17 de noviembre de 2009 al 15 de enero de 2010
Del 17 de noviembre de 2009 al 15 de enero de 2010, en la Galería Guillermo de Osma de Madrid
Obras: 20
Veinte trabajos de Luis Fernández, entre pinturas, dibujos y una escultura apenas conocida fechada en 1925, componen la antológica que la madrileña Galería Guillermo de Osma dedica a Luis Fernández, pintor ovetense estrechamente ligado a la vanguardia parisina que celebró su primera exposición individual (a sus 50 años de edad) en la Galería Pierre de la capital francesa. En París coleccionaron su obra figuras tan célebres como Picasso, André Breton o Yvonne Zervos.
Tras residir en Oviedo, Madrid y Barcelona, Luis Fernández emigró a París en noviembre de 1924. Allí entró en contacto con la abstracción geométrica que entonces desarrollaban en Francia colectivos como Art Concret, Abstraction-Création y Cercle et Carré, grupos a los que el ovetense llegó a pertenecer a comienzos de la década de los treinta. Entabló amistad con Torres-García y frecuentó los talleres de Brancusi, Ozenfant, Theo van Doesburg, Jean Arp, Sophie Taueber Arp, Julio González, Mondrian o Picasso, a quien visitó con frecuencia desde 1934 y durante más de diez años. El genio andaluz, que llegó a comprar tres obras de Luis Fernández, influyó profundamente en su producción de aquel momento.
Hacia 1936, desencantado de una abstracción geométrica que, en su opinión, suprimía cualquier elemento evocador a favor de un programatismo exacerbado, Fernández se acercó al Surrealismo a raíz de su interés por Sigmund Freud y sus incursiones en el subconsciente humano. Su relación con Breton motivó la participación de Luis Fernández en la muestra “Fantastic Art, Dada, Surrealism”, que tuvo lugar en el MoMA en 1936. El museo neoyorquino adquirió entonces una de sus obras, incrementándose la fama internacional del de Oviedo.
Entre 1947 y 1958, Fernández pasó largas temporadas junto a su primera esposa, Esther Chicurel, en el Château Cantenac Brown, próximo a Burdeos, finca que inspiraría al pintor la realización de algunas de sus mejores series de cuadros, como los dedicados a los bueyes y conejos de la casa y al paisaje circundante. Tras la posguerra, en 1948, Fernández estableció contacto con su primer marchante, Alexandre Iolas. Pese a la difícil relación que mantuvieron por sus desavenencias económicas, Luis Fernández entabló gracias a Iolas relación con destacados coleccionistas, como Dominique de Ménil, quien le invitó en varias ocasiones a acudir a su casa de campo de Pontpoint, finca cuyos caballos pintaría el artista. También Cristóbal Balenciaga y Ramón Esparza adquirieron obra suya.
En 1972, el CNAC de París dedicó al asturiano una gran retrospectiva que consolidó el reconocimiento de Luis Fernández en su tiempo, después de que MoMA, Museo Nacional de Arte Moderno de Francia, Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro y Museum of Fine Arts Houston se hicieran con algunos de sus cuadros.