Lin Calle, artista que resultará familiar a los asiduos a la Galería MEMORIA madrileña y que nació en China a mediados de los noventa, ha convertido hasta ahora en el centro de su pintura las nociones del paisaje y el vacío. El primero, al que desea acercarse desde nuevas perspectivas y matices en cada uno de sus proyectos, lo entiende como punto de partida, como lugar de encuentro y como imitación de la vida, mientras que a través del segundo concede relevancia a sus soportes. Dejándolos en crudo o aplicando escasa materia, busca esta autora que en sus piezas se establezca, como nos contaba cuando se sumó a nuestros Fichados, una resonancia o conexión empática con el espectador.
Junto a la pintura, las técnicas en las que hasta ahora ha trabajado son el grabado y la tinta y el papel; se sirve de ellas desde la intuición y la libertad, recurriendo a la creación en el suelo, fijándose en los cambios suscitados por la posición del cuerpo o en el uso de las dos caras de sus telas: Comienzo extendiendo la tela sobre el suelo y cualquier mancha, registro o arruga desencadena una serie de gestos sobre la tela. Pintar en el suelo supone una mayor libertad y amplitud de movimientos, permitiendo una concepción más abstracta del espacio; izquierda, derecha, arriba y abajo pueden cambiar constantemente con tan solo cambiar la posición de tu cuerpo. En ocasiones, también trabajo la tela por ambos lados: la pintura permea y genera un nuevo espacio para la duda, permitiendo avanzar.

Tras obtener el Premio Exposición ArteSantander/ Museo de Altamira el año pasado, Calle ofrece hasta el 28 de septiembre en ese centro un proyecto específico y basado en la reinterpretación del arte prehistórico desde parámetros contemporáneos. Necesariamente, su aproximación ha pasado por la naturaleza y ha decidido enfocarse en lo pequeño: granos de polen que, desde su tamaño minúsculo, pueden contener abundante información y que, en las creaciones de esta artista, forman parte de gotas de agua o ramas que adquieren tonalidades pardas, anaranjadas u ocres asociadas a la propia gama cromática predominante en Altamira.
Junto a esa referencia, otra presente en estos trabajos, como en el resto de su obra, es la oriental: la tradición pictórica vinculada al taoísmo, que no concibe el paisaje como un recurso del que obtener provecho sino como un ser vivo con el que convivir, es emparentada por Lin con la comprensión del entorno que probablemente tuvieron quienes en el paleolítico poblaron esta zona, cuya vida quedaría marcada por los ritmos naturales, y procederían de ellos sus únicos estímulos.


Se ha interesado la autora por la disciplina llamada paleopalinología, consistente en el análisis del polen y las esporas que quedan sedimentados en diferentes estratos para analizar y reconstruir la evolución de determinadas especies vegetales, el efecto de los cambios climáticos del pasado y también de las transformaciones culturales. Dos capas integran la cubierta de los granos de polen: una interna y otra externa, la intina y la exina; de ésta última se derivan los cambios morfológicos y de apertura en unas y otras variedades botánicas. Cuando los granos son portados por los animales o el viento para polinizar otros ejemplares, la exina se abre; otros, sin embargo, caen al suelo e inician su transformación en microfósiles: éstos son los que han podido ser estudiados.
También ha prestado Calle atención al lenguaje: Altamira hace referencia a un enclave elevado desde el que atisbar el entorno; paisaje es la parte de un territorio que puede observarse desde un lugar concreto; y Fengjing, literalmente viento-escena, es el término chino que alude al paisaje como entidad en continuo cambio que no puede abarcarse en su totalidad desde un solo punto de vista. La pintura supone, para ella, otro lenguaje capaz de comprimir el tiempo y evocar en quien la observa trazos, signos y relieves que se realizaron hace miles de años.

A la hora de preparar sus piezas en Santillana del Mar, Calle ha extendido los lienzos sobre el suelo, aplicado aguadas y barridos y mutado los colores amarillos y anaranjados en rojizos y ocres, imaginando replicar el recorrido que hacen los granos de polen hasta su destino, las líneas de carbón del gran techo, la sensación táctil de los pigmentos al pintar con las manos…
En ocasiones dispone las obras en vertical para observarlas mejor y después tumbarlas de nuevo, volviendo a las aguadas: (Des)dibujo ramas en movimiento, formas abstractas, hojas que van sedimentando. Vuelvo a observar: por momentos la escena está surgiendo y por momentos parece que está a punto de desaparecer. Sus composiciones quieren ser tan poco estáticas como la naturaleza de la que parten.


Lin Calle
MUSEO NACIONAL Y CENTRO DE INVESTIGACIÓN DE ALTAMIRA
C/ Marcelino Sanz de Sautuola, s/n
Santillana del Mar
Del 8 de julio al 28 de septiembre de 2025
OTRAS NOTICIAS EN MASDEARTE: