En 1845, sólo seis años después de la presentación al mundo de la fotografía en la Academia de las Ciencias de Francia, el entonces joven Francisco Leygonier emprendía viaje de Burdeos a Sevilla; allí se convertiría en el primer fotógrafo de la ciudad donde había nacido. En el más precoz de los fotógrafos profesionales sevillanos.
Hasta el 8 de junio, una exposición en el Museo de Bellas Artes de la capital andaluza recuerda cómo introdujo en su estudio las más avanzadas técnicas que esa disciplina fue progresivamente incorporando. Tomó vistas de la ciudad que fueron, a menudo, las primeras imágenes que los viajeros pudieron adquirir y se le deben, asimismo, los más primitivos calotipos que podemos contemplar de Sevilla. En suma, contribuyó en buena medida a difundir la fisonomía de Sevilla y de Andalucía entre los numerosos viajeros que ya en el siglo XIX visitaban esta región.
El recorrido incluye 76 obras, procedentes de las colecciones de los Fernández Rivero, Narbona Algara y de Carlos Sánchez Gómez.
Está comisariada esta muestra por Juan Antonio Fernández Rivero y María Teresa García Ballesteros. Puede visitarse hasta el 8 de junio de 2025.

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