El artista ha fallecido en Buenos Aires a los 92 años
Sonia Prior
Reconocido con premios como el León de oro de la 52º Bienal de Venecia (2007), Mejor artista internacional en Arco (2010) o el Konex (2012), conoció el éxito internacional con más de 80 años.
«Más que un arte político, una ética del arte». Así se refería a su obra el conservador Luis Pérez-Oramas en el 2010, con motivo de la muestra conjunta con Mira Schendel celebrada en el MNCARS. Gracias al empeño de Manuel Borja Villel, la exposición viajaba del Moma de Nueva York a Madrid y se daba a conocer su obra en España.
Pero más allá del relato en clave de éxitos, premios o exposiciones, cabe decir que Ferrari fue un hombre comprometido con la vida. Le tocó vivir la desaparición de su hijo Ariel a manos de la Junta Militar y el exilio. Sin duda estas fueron en parte las circunstancias que marcaron su trayectoria.
No se puede, sin embargo, reducir el corpus de su obra a una mera expresión de inconformismo o crítica. Visitando su taller, guiados por su relato tranquilo, era evidente que su trabajo estaba lejos del dolor que tantas veces denunciaba. Aquel era un espacio de juego, de transformación y de poesía. Hablando de sus obras, sus proyectos, siempre dejaba escapar una risa traviesa, casi infantil, se hacía patente que en aquel exorcismo laico quedaban desterrados los demonios, los generales, los infiernos y era la vida la que imponía sin tregua su lugar y su alegría.
Este es sin duda el más profundo de los mensajes y el más unánime relato de su público. Hay algo transformador en su obra, algo que trasciende el mensaje más obvio y que invita a vivir desde un profundo sentimiento erótico.
Créditos de las imágenes:
– León Ferrari, 1975. Cortesía: c Fundación Augusto y León Ferrari, Arte y Acervo.
– León Ferrari. La civilización occidental y cristiana, 1965. Plástico, óleo y yeso, 200x120x60cm. Cortesía: Colección Alicia y León Ferrari. c. Fundación Augusto y León Ferrari, Arte y Acervo.
– León Ferrari, c.Alejandro Schwartz, Buenos Aires, 1996.