León Ferrari. Invitación a la vida

León Ferrari, 1975. Cortesía: c Fundación Augusto y León Ferrari, Arte y Acervo

El artista ha fallecido en Buenos Aires a los 92 años


Madrid, 26/07/2013
Sonia Prior

León Ferrari murió ayer en Buenos Aires, su ciudad natal, a la edad de 92 años. Fueron más de seis décadas trabajando sin descanso por los derechos humanos, creando imágenes y nuevas vías para el entendimiento del mundo.
Irreverente y rotundo desde sus míticas «Cartas a un general» realizadas con tinta sobre papel en eso que él llamaba «escrituras deformadas, ilegibles» a las bellas esculturas en metal, los collages, las heliografías o los objetos; fue un artista libre, prolífico y apasionado. Ajeno a las demandas del mercado –se formó y trabajó como ingeniero- puso el dedo en la llaga y se atrevió a cuestionar a Occidente, sus gobiernos, su religión y sus guerras.

En una entrevista realizada en Buenos Aires en 2006, el artista explicaba cómo se generó La civilización occidental y cristiana (1965),  obra que ha quedado como uno de los iconos del arte conceptual de la segunda mitad del siglo XX : “Realmente me afectó mucho leer en los diarios que los bombardeos que estaban haciendo en Vietnam los norteamericanos, tenían como propósito defender la civilización occidental y cristiana, y tenían el apoyo del Papa Pablo VI. Se me ocurrió entonces hacer una síntesis entre la religión y la guerra y puse un Cristo en un bombardero norteamericano”.

Reconocido con premios como el León de oro de la 52º Bienal de Venecia (2007), Mejor artista internacional en Arco (2010) o el Konex (2012),  conoció el éxito internacional con más de 80 años.

«Más que un arte político, una ética del arte». Así se refería a su obra el conservador Luis Pérez-Oramas en el 2010, con motivo de la muestra conjunta con Mira Schendel celebrada en el MNCARS. Gracias al empeño de Manuel Borja Villel, la exposición viajaba del Moma de Nueva York a Madrid y se daba a conocer su obra en España.

Pero más allá del relato en clave de éxitos, premios o exposiciones, cabe decir que Ferrari fue un hombre comprometido con la vida.  Le tocó vivir la desaparición de su hijo Ariel a manos de la Junta Militar y el exilio. Sin duda estas fueron en parte las circunstancias que marcaron su trayectoria.

No se puede, sin embargo, reducir el corpus de su obra a una mera expresión de inconformismo o crítica. Visitando su taller, guiados por su relato tranquilo, era evidente que su trabajo estaba lejos del dolor que tantas veces denunciaba. Aquel era un espacio de juego, de transformación y de poesía.  Hablando de sus obras, sus proyectos, siempre dejaba escapar una risa traviesa, casi infantil, se hacía patente que en aquel exorcismo laico quedaban desterrados los demonios, los generales, los infiernos y era la vida la que imponía sin tregua su lugar y su alegría.

Este es sin duda el más profundo de los mensajes y el más unánime relato de su público. Hay algo transformador en su obra, algo que trasciende el mensaje más obvio y que invita a vivir desde un profundo sentimiento erótico.

León Ferrari, c.Alejandro Schwartz, Buenos Aires, 1996

Créditos de las imágenes:
– León Ferrari, 1975. Cortesía: c Fundación Augusto y León Ferrari, Arte y Acervo.
– León Ferrari. La civilización occidental y cristiana, 1965. Plástico, óleo y yeso, 200x120x60cm. Cortesía: Colección Alicia y León Ferrari. c. Fundación Augusto y León Ferrari, Arte y Acervo.
– León Ferrari, c.Alejandro Schwartz, Buenos Aires, 1996.


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