Conocimos a Leandro Erlich hace casi ocho años, cuando el Museo Reina Sofía presentó su primera muestra individual en España con una torre como pieza única. Tenía once metros de altura y los espectadores podían acceder a ella por una de sus seis puertas. Por fuera podía pasar por un edificio de viviendas corriente, pero en su interior, gracias a numerosos espejos, era inevitable tener la sensación de estar flotando. De esta forma, este artista argentino cuestionaba nuestra percepción de la realidad y nuestra capacidad de transformarla, consiguiendo crear situaciones físicamente imposibles en espacios tan cotidianos como pasillos o ascensores. Si creíais perdida la capacidad de sorprenderos, él os demostraba que siempre podía rescatarse.
Hasta el próximo 5 de marzo, Erlich presenta su cuarta individual en la Galería NoguerasBlanchard de Madrid, una muestra titulada “La democracia del símbolo y otras historias” que puede visitarse hasta el 5 de marzo y en la que, de nuevo, introduce simulaciones e ilusiones ópticas y dota de un cierto carácter entre la escenografía y la magia a espacios que, por lo demás, nos resultan cotidianos. Subraya así este artista que lo real es mucho más que la construcción consensuada que hemos formulado de ello y que lo que percibimos es solo un fragmento de un reino de posibilidades sensoriales apenas explorado.
Podemos ver en NoguerasBlanchard la instalación Brooms (2015), formada por dos escobas idénticas apoyadas entre sí que crean en quien contempla la ilusión de la existencia de un espejo. Según Erlich, obras como esta aspiran a crear profundidad en la experiencia banal que cada día nos supone la visión de espacios cotidianos. Él los manipula hasta hacerlos inquietantes: No es realmente lo surrealista, sino lo “real” lo que me interesa. El “muy real”: lo ordinario y la forma en que concebimos nuestra noción de la realidad. No hay mejor lugar para cuestionar la realidad que en lo ordinario.
De otro juego de asociaciones nació La democracia del símbolo, que es uno de los proyectos más amplios de Erlich en los últimos años y que queda aquí representado a través de la maqueta La Punta. El artista toma al Obelisco de Buenos Aires como eje central de un proyecto de arte público monumental.
La democracia del símbolo consta de dos partes: la intervención directa en el monumento haciendo desaparecer su ápice y la reaparición de éste en la explanada del MALBA con una reproducción a escala real. Así hacía posible el acceso al monumento y descubría sus cuatro vistas aéreas, que no están al alcance del público. Con Erlich podemos participar de esa experiencia sin tener que elevarnos del suelo.
Otra de las obras expuestas, Pulled by the roots (también de 2015) hace referencia a una instalación creada para el ZKM de Karlsruhe, actualmente asaltada por un proyecto de construcción de un tranvía subterráneo. En este proyecto plantea una reflexión sobre las esencias de la innovación humana como un proceso inorgánico y completamente alejado del mundo natural. La velocidad de la tecnología y la dimensión cada vez más virtual en la que vivimos alimenta esta tendencia de separar nuestros inventos de la tierra de la que venimos. Pulled by the roots recuerda la presencia vital que subyace bajo las toneladas de metal y hormigón de nuestras ciudades.
Maison Fond es una maqueta de una instalación realizada sobre la explanada de la estación Gare du Nord de París. La creó para la 13º edición de la Nuit Blanche y propone una reflexión sobre lo que legaremos a nuestros hijos, en relación velada con la conferencia mundial sobre cambio climático que tuvo lugar en la capital francesa en noviembre del año pasado.
Dado el carácter efímero de las instalaciones de Erlich, estas maquetas son testimonio de aquellos proyectos que se realizaron o los que finalmente no se pudieron llevar a cabo, quedando como el reflejo artístico de todo el proyecto.
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