La galería vienesa Westlicht ha subastado una cámara Leica de 1923 por 1,32 millones de euros, cifra que multiplica por seis su precio de salida y que la convierte en la cámara fotográfica más cara del mundo.
Al parecer fue la primera Leica que se exportó, pues se envió a Estados Unidos para patentarla. De su comprador sólo se sabe que es un coleccionista asiático y que debía estar muy interesado en la pieza, pues la puja sólo duró veinte minutos.
Peter Coeln, el propietario de la galería, es el primer sorprendido del valor que ha adquirido una de las primeras Leica, sí, pero sin anterior propietario célebre. Hace tres años, esta misma cámara se había vendido a un coleccionista europeo por tan sólo 320.000 euros.
Tras su uso por Cartier-Bresson o Robert Capa, las Leica se han convertido en un mito, quizá acentuado por la actual fiebre por lo vintage. Coeln se frota las manos: acaba de adquirir 4.500 piezas de la colección de la casa Polaroid, otra firma emblemática que también podría lograr récords de cotización.
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