Hasta el 9 de septiembre, Núria Güell presenta su segunda exposición individual en Barcelona. Puede verse en la ADN Galería y compendia los proyectos que esta artista gerundense viene llevando a cabo desde 2014 en su línea de analizar las herramientas del poder para introducirse en nuestra subjetividad, haciendo referencia fundamentalmente al sentido moral dominante y al espíritu de las leyes.
Para poner en marcha sus trabajos, que implican, en la mayoría de los casos, un riesgo personal o una implicación que va más allá de lo profesional para adentrarse en terrenos afectivos, físicos o políticos, cuenta con la complicidad de distintos aliados, utiliza los privilegios derivados de ser mujer blanca, española y europea y también los que le proporcionan las instituciones artísticas.
Cuestionando las bases morales del statu quo y dejando espacio a lo azaroso, a lo que escapa a su control, las obras de Güell conducen nuestra atención hacia las relaciones de poder y proponen una vuelta de tuerca sobre las mismas.
Se exponen de seis acciones y Güell no llama nuestra atención únicamente sobre el valor de las mismas, también sobre sus consecuencias, que a veces implican contradicciones
Son seis los proyectos expuestos en la sala barcelonesa, y podemos contemplarlos e interpretarlos tanto autónomamente como en conjunto, porque entre las propuestas de cada uno en relación con lo personal y lo colectivo podríamos entablar relaciones y extraer conclusiones conjuntas.
Se trata, en definitiva, de seis acciones, y Güell no llama nuestra atención únicamente sobre el valor de las mismas, también sobre sus consecuencias, que a veces implican contradicciones: entre la intención con la que se realizaron y los efectos que causaron, entre la moral y la ética, entre el discurso y la práctica… Se espera del espectador que se implique en las problemáticas planteadas y que tome una postura, perdiendo su habitual rol de observador pasivo.
La pieza que abre la muestra es la que lleva su título y que aún se encuentra en proceso, en la que Núria ha enlazado el deseo de hacer el bien como mantra de la moral occidental y, en su opinión, base del negocio de la caridad, y el coleccionismo de antigüedades expoliadas durante conflictos bélicos, como el actual en Siria. Para este proyecto, la artista, junto a Levi Orta, compró antigüedades sirias por distintos canales: a través de un soldado australiano que participó en la Guerra de Irak, de un refugiado sirio en Beirut y de una casa de subastas francesa opera online, poniendo de relieve los aspectos más inconsistentes de nuestra mirada hacia Oriente Próximo.
Las artistas pretenden devolver las piezas a Siria para que, en ese país, los especialistas se encarguen de su conservación, y los gastos de envío se cubrirán con las donaciones de quienes visiten la ADN Galería; el excedente serán sus honorarios.
Tras Las buenas intenciones, veremos Análisis del discurso, un proyecto que parte de unas sesiones de psicoanálisis que Núria realizó para comprender y asimilar los efectos de un trabajo anterior, Negro sobre blanco. A través de documentación y de una intervención site-specific, recuerda cómo en 2013 el Gobierno catalán desalojó a trescientos emigrantes de naves del Poblenou, donde vivían de la recogida de chatarra. La artista empleó un presupuesto del MACBA para formar una cooperativa en la que esas personas pudieran autoemplearse, pero una vez formalizados los trámites, algo falló en su constitución: algunos miembros de su consejo rector no se sentían representados por el portavoz. La cooperativa terminó siendo lo contrario de lo pretendido, y Análisis del discurso es una reflexión sobre aquella situación.
Para Support Swedish Culture, que se llevó a cabo en Estocolmo, Güell empleó legalmente a cuatro gitanos rumanos cuyo oficio sería recaudar fondos para mantener la cultura sueca como si fueran miembros de una ONG. El proyecto fue cancelado durante su desarrollo por el centro Creative Time Summit, que lo había encargado, ya que otras instituciones culturales cuestionaron su ética. Un dato a tener en cuenta: se mantuvieron los contratos y los sueldos, y los cuatro participantes se sintieron ofendidos por considerar que se ponían en tela de juicio sus capacidades, asociándolas a su nivel económico, y por cobrar un sueldo sin desempeñar su labor.
En Arte Político Degenerado, Güell también colaboró con Levi Orta destinando el presupuesto (fondos públicos) que se les asignó para una producción artística a crear una sociedad en un paraíso fiscal, con el consejo de una asesoría que orientaba a políticos con esos fines. Gracias a Güell & Orta Contemporary Art S.A, evadieron impuestos.
Para el proyecto aún en proceso Apátrida por voluntad propia, la artista pidió a varias instituciones renunciar a su nacionalidad para adoptar el estatuto de apátrida, sin éxito y sin que se le dieran argumentos. Una abogada le explicó que solo puede perderse la nacionalidad a iniciativa del Estado, que toma la medida a modo de castigo. Su solicitud, no obstante, se encuentra en proceso en el Ministerio de Justicia y la documentación y el relato audiovisual de su idea puede verse en ADN.
Por último, podemos contemplar allí La Feria de las Flores: en el Museo de Antioquía de Medellín, Güell programó visitas guiadas realizadas por menores de edad víctimas de la explotación sexual. Ellas guían a los espectadores por las obras en que Botero representó el cuerpo femenino, tomando a veces a prostitutas como modelos, e intercalando en sus explicaciones vivencias propias.
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