La vida sin aire de Cándida Standwich

A la artista viguesa Pilar Alonso le llama profundamente la atención la imagen que nos esforzamos por transmitir a los demás; esos procesos por los que todos, unos más que otros, nos inventamos y reinventamos para mostrar a la galería lo que queremos ser y, a menudo, no somos.

Hasta finales de julio presenta en la Galería gallega Marisa Marimón la instalación específica “Cándida Standwich, La vie sans l’ air”, un proyecto que sumerge a los espectadores en un relato que sólo puede entenderse lenta y paulatinamente, pues se ha planteado como la suma de distintas escenas que llevan implícitas capas de significado, del mismo modo que para tratar de llegar al fondo de una personalidad hay que ir arañando estratos de la apariencia.

Al igual que en sus trabajos anteriores, Alonso ha seguido aquí jugando con la noción de voyeurismo, analizando las razones del disfrute que en algunos llega a provocar el conocimiento de la intimidad ajena.

Los dibujos y pinturas de gran formato que dan forma a esta instalación están protagonizados por el personaje de Cándida Standwich, la fabricante de prótesis e identidades prestadas que la artista ideó hace unos años, y tienen como fin invitarnos a reflexionar sobre el gran escenario teatral que el mundo ha sido siempre, y quizá ahora más, vía redes sociales.

Las figuras que junto a Standwich nutren la historia de La vie sans l’ air han de asumir finalmente que, pese a sus intentos de control de la imagen, hay parte de ella que escapa a su voluntad, que no son, según Fátima Vila, “sino minúsculos elementos sometidos al rigor transformador del oxígeno, de la vida, de los otros”.

Entre los centros donde Pilar Alonso ha expuesto hasta ahora sus obras destacan el Kunstraum Bethanien de Berlín, la Fundación Nova Caixa Galicia de Vigo, la Galería Benot de Cádiz, la Galería Barbara von Stechow de Frankfurt am Main, el Espacio Nolde de Madrid, la Galería Ana Vilaseco de La Coruña o el Castillo de Santa Catalina en Cádiz.

Su trabajo es tan figurativo como evocador, y a lo largo de su carrera Alonso ha destacado como narradora de historias que beben del cine, de la literatura, de la propia Historia del Arte y también de sus propias experiencias.

Lo infantil, lo íntimo, las relaciones personales y la identidad son su campo de trabajo, pero no se aproxima a ese asunto inabarcable de la personalidad desde un enfoque ni abiertamente amable ni claramente pesimista, sino ambiguo, escéptico. Las lecturas quedan abiertas, su propuesta es la de la incertidumbre. Los personajes que pueblan sus obras son figuras deseosas de subversión, atenazadas por convencionalismos que transmiten desasosiego. Se relacionan, a partes iguales, con lo real y con el sueño.