El pasado mes de febrero abrió sus puertas en Madrid, en el número 30 de la calle Fernández de la Hoz, la galería Gaby Vera, cuya responsable es la comisaria y consultora de arte del mismo nombre, que inició su carrera dando a conocer a artistas emergentes en el contexto neoyorquino.
Hasta el próximo 1 de agosto, la sala acoge la primera muestra en España (y en Europa) de la joven autora brasileña Samara Paiva; consta de once pinturas y su eje temático es el retrato de mujeres, afrodescendientes como ella, inmersas en contextos cotidianos y envueltas en el misterio. Paiva tiende a subrayar una belleza que queda asociada al tono de su piel.
Graduada en Arquitectura y autodidacta en el terreno artístico, Paiva se inició en el dibujo y en la exploración del cuerpo humano para, a continuación, investigar los lazos entre dichos cuerpos y su entorno, conjugando la perspectiva histórica y la personal, en relación con sus propias vivencias como mujer afrodescendiente. Las composiciones reunidas ahora en Madrid nos sitúan ante atmósferas de intimidad que humanizan a las modelos y recalcan su vulnerabilidad y su identidad ligada a un color tenido, hasta época reciente, como lejano a los cánones. La fuente de su inspiración son las divas afro que se popularizaron en la década de los setenta, como Brenda Sykes o Diana Ross; ha querido evocar su feminidad y enigma utilizando tonalidades cálidas y colores terrosos, que relacionan estas piezas con los territorios calurosos de los que estas mujeres proceden.

En las creaciones de Paiva, los tonos oscuros entran en relación con la misma oscuridad, convirtiendo la “falta de luz” en un recurso para lograr que se difuminen sutilmente rasgos y líneas y sumando ambigüedad a la mirada del espectador. Asimismo, estas obras nos proponen adentrarnos en espacios interiores domésticos, en los que apreciaremos pequeños objetos tradicionales que hacen referencia al carácter folclórico de sus ancestros y raíces: nos referimos a la cerámica marajoara, a figuras africanas o muebles de madera natural fabricados manualmente —según procedimientos que a menudo han sido transmitidos de generación en generación— y que permanecen en viviendas de estos pueblos, a modo de hilo conductor entre la población afrodescendiente, sus antepasados y la memoria colectiva.
Estos retratos aluden, asimismo, a la diversidad racial presente en el contexto geográfico y social de Brasil. Esa multiculturalidad, fruto de la mezcla entre nativos, portugueses y africanos, tiene su inicio a principios del siglo XVI, cuando millones de esclavos africanos desembarcaron en América, y continúa siendo un asunto relevante, y germen de fracturas, para los brasileños.
Paiva, como hija de madre afrodescendiente y padre proveniente de una familia indígena, se inserta en ese crisol de razas y culturas que no fueron del todo aceptadas en su Amazonas natal: no encajaba en la categoría de pura raza indígena, pero tampoco era asimilada por su vertiente afrodescendiente.

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