El dinamismo y una utilización altamente personal del color caracterizan la producción de Ruth Gómez, una artista vallisoletana que ha tomado referencias del Pop Art, el anime japonés y el dibujo clásico para configurar una obra en la que primero animalizó a individuos y más tarde humanizó a animales.
La vallisoletana ensalza la resiliencia que permite a la lagartija recomponer su cola si la pierde y a algunas medusas tener una vida infinita
Tras protagonizar el verano pasado una retrospectiva en el Centro de Arte Alcobendas, hasta el 8 de noviembre presenta en La New Gallery madrileña “Buena suerte”, una exhibición en la que alude al concepto de renovarse o morir, tan recurrente en los últimos años, y a nuestra necesidad de cambiar para no rendirnos a través de un compendio muy peculiar de especies animales que han sido capaces de transformarse para sobrevivir.
No falta el Axolotl, un ser de apariencia alienígena que puede regenerar sus órganos más complejos; el Tardígrado, un oso de agua milimétrico que puede hibernar durante siglos y regresar a la vida, o la llamada Planta del Dinero, que Ruth nos muestra en una especie de danza sin fin: si se rompe, vuelve a desarrollar raíces y a prometernos con su exuberancia riquezas dinerarias.
Gómez se plantea si nuestras renovaciones, nuestras siete vidas, son fruto de elecciones individuales, con el fin de abandonar temores, o el resultado de imposiciones sociales. En La New Gallery ofrece un arco metafórico entre realidad social humana y resistencia biológica y lo hace desde un enfoque optimista que se hace patente en las formas empleadas: la vallisoletana ensalza la resiliencia que permite a la lagartija recomponer su cola si la pierde, a algunas medusas tener una vida infinita o a agentes bióticos o abióticos hacer frente a cambios ambientales extremos. A veces, la artista asocia esa posibilidad de regeneración a la hibernación previa a un cambio deseado.
En última instancia, la producción de la artista nos habla de las relaciones entre individuos, abordada a partir de comparaciones entre el mundo humano y el animal y de un acercamiento a lo sociopolítico desde un punto de vista emocional. A Ruth Gómez le interesa especialmente el valor de la empatía como motor del cambio individual y social y ella se define como una creadora más social que política. Además, dota a las coreografías en que sume a las especies que nos muestra de un carácter atávico, subrayando su instintiva creación de grupos y comunidades, su tendencia a la resistencia y la lucha grupal.
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