Unos meses después de que el MoMu y el Real Museo de Bellas Artes de Amberes buscasen ecos de Rik Wouters en la moda actual de creadores como Martin Margiela, Dries van Noten o Anne Kurris, apelando a la viveza de su cromatismo y a la energía de sus pinturas, los Musées royaux des Beaux-Arts de Belgique abren, precisamente en colaboración con el KMSKA de Amberes, una excepcional retrospectiva del artista que servirá al público belga, pero sobre todo al internacional, para familiarizarse con la producción de este autor fundamental en el arte contemporáneo del país por su jugosa simbiosis de estilo postimpresionista y escenas domésticas, reflexión y energía vital.
La muestra, que se abre hoy y puede visitarse hasta julio, cuenta con pinturas, dibujos y esculturas que dan cuenta de lo brillante de sus tonalidades y de la energía de su obra pese a los dramas que marcaron la muy breve existencia de Wouters, fallecido en 1916 cuando solo tenía 33 años. Había padecido problemas económicos, el internamiento en un campo durante la Primera Guerra Mundial y un cáncer; también perdió un ojo durante una operación.
Es la primera vez que podemos ver reunida la mayor parte de la producción de este artista: se exhiben en Bruselas doscientos trabajos -varios inéditos para el público- prestados por una treintena de centros belgas e internacionales.
Nacido en Malinas y reconocido rápidamente por sus contemporáneos, siempre buscó transmitir optimismo a través de la luz y el color, representar visiones de la “buena vida”, fuese coqueteando con el uso postimpresionista del color o con la mayor libertad que trajeron el fauvismo y las vanguardias. Su aliada a la hora de recrear esas visiones de la “alegría de vivir” fue su esposa Nel, que sería también su musa, a la que retrató en muchas ocasiones.
Su primer campo de trabajo fue la escultura en madera; fue cinco años antes de su muerte, en 1911, cuando comenzó a pintar. En un primer momento lo hizo seducido por el fauvismo, movimiento del que se le considera el mayor representante belga; pero tras un viaje a París en 1912 se dejó seducir por el uso casi lírico del color de Renoir y la geometría precubista de Cézanne.
Al margen de su amor por el color vitalista, en la obra optimista de Wouters subyace cierto mensaje crítico: sus escenas intimistas y su afán por mostrar la belleza en lo sencillo y cotidiano (en el contacto con la naturaleza, la vida doméstica, la ausencia de actividad) chocaron entonces con los gustos burgueses. Gracias a las cartas enviadas a su amigo, también artista, Simon Levy, sabemos que su actividad pictórica llegó a obsesionarlo y que se dejó inspirar por la obra de El Greco, Cézanne y los Bruegel, a quienes pudo contemplar en Bruselas.
Esta muestra continúa el ciclo que los Museos de Bellas Artes de Bélgica vienen dedicando a presentar monográficas de los artistas más destacados del país, como Ensor, Khnopff, Spilliaert, Magritte, Delvaux y Alechinsky.
Rik Wouters. Rétrospective
MUSÉES ROYAUX DES BEAUX-ARTS DE BELGIQUE
Rue du musée 9
1000 Bruselas
Del 10 de marzo al 2 de julio de 2017
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