Kunsthaus Zürich, la casa de Pipilotti Rist

Sensuales, audaces, irónicas y contrarias a cualquier tabú; así son las videoinstalaciones de Pipilotti Rist, que nació en la localidad suiza de Grabs en 1962 pero no exponía en Zúrich desde hace ya quince años, a pesar de que reside allí. El título de la inusual retrospectiva que hasta el 8 de mayo le dedica Kunsthaus Zürich es tan irreverente como ella, “Your Saliva is my Diving Suit in the Ocean of Pain” (Tu saliva es mi traje de buceo en el océano del dolor”) y en la preparación del proyecto se ha implicado a fondo la artista, que ha creado una instalación a gran formato en los amplios espacios que ofrece la galería Bührle para dar cabida a sus últimas propuestas, que completarán en la Kunsthaus a los trabajos más representativos de su trayectoria, incluyendo algunos de los vídeos monocanal con los que se dio a conocer a mediados de la década de los ochenta.

En realidad, el conjunto de la muestra puede entenderse como una única instalación pensada para que los espectadores podamos establecer vínculos nuevos e insospechados entre su producción pasada y sus obras más recientes, entre las diversas fases en las que pueda articularse su carrera y entre los distintos temas y formatos que ha cultivado.

El título de la muestra procede de una canción de la propia artista y Anders Guggisberg (formó parte del grupo pospunk experimental Les Reines Prochaines) y puede ofrecer significados adicionales a buena parte de los trabajos expuestos si nos prestamos al juego contra las convenciones en el que Rist quiere introducirnos.

Una de las obras expuestas más interesantes, también es la más reciente, es Pixelwald (Pixel Forest, 2016), formada por tres millares de luces LED suspendidas en el espacio en hebras de cable que dan lugar a una suerte de bosque mágico por el que los visitantes pueden pasear. Cada LED es controlada través de una señal de video, por lo que este ecosistema lumínico se encuentra, como sus paseantes, en constante cambio. El cierto modo, el resultado final, contemplado a una distancia, se asemeja a un paisaje puntillista en tres dimensiones y en movimiento; el artista lo describe como una “pantalla explotando en el espacio”.

Junto al bosque, la “cabaña”: en el centro del recorrido Rist ha dispuesto una suerte de casa comunal en cuyo interior podremos contemplar, estructurados en dos grupos, docenas de objetos y video esculturas realizados en los últimos veinte años. La muestra se cierra con la presentación de celebrados vídeos en los que Rist viene trabajando desde los noventa, como Sip My Ocean (1996) o Ever Is Over All (1997), y con la proyección a gran escala de Worry Will Vanish Horizon (2014), que puede verse en Zürich por vez primera.

Estos tres vídeos nunca se habían mostrado juntos, pero apreciando uno tras otro podemos percibir que entre ellos se establece una coreografía coherente en tres capítulos. Nos gusta sobre todo Sip My Ocean, un paseo acuático acompañado de una versión de la canción Wicked Game de Chris Isaac que muestra el descenso al fondo del mar de varios objetos domésticos alternando planos cortos y deformados por una mirada “ojo de pez”. Hipnótico.

Pop, tecnología y sexualidad imprimen su sello a la estética de los vídeos de Pipilotti, dominados por un uso desbordante del color. Suelen proponer lecturas alternativas, próximas a la subversión y desde luego llenas de humor, sobre nuestras experiencias cotidianas y sobre las nociones de feminidad heredadas.

A la artista le gusta que arte y público se fusionen hasta el punto de quedar ella, como autora, en un segundo plano. Es su medio para lograr que los espectadores se apropien del arte tanto como sea posible, haciéndolo suyo.