Fue historiador del arte, mecenas, coleccionista, locutor, director de la National Gallery londinense (el más joven) y, sobre todo, un gran impulsor del acercamiento del público no especializado al arte contemporáneo. Kenneth Clark (1903-1983) está considerado una de las figuras más influyentes en el arte británico del pasado siglo XX y, con el fin de rendirle homenaje, la Tate Britain le dedica desde hoy una amplia exposición centrada en su actividad como promotor de la creación artística inglesa y sus artífices en las décadas de los treinta y los cuarenta: utilizó su riqueza personal para ayudar a los autores a desarrollar su producción, y no sólo compró piezas de quienes admiraba, también ofreció apoyo financiero a algunos artistas para permitirles trabajar desde la libertad de criterio, les encargó proyectos comisionados o introdujo sus obras en colecciones de prestigio.
Clark se mostró favorable a un arte que fuera capaz de conjugar su modernidad con su raigambre en la tradición y apoyó especialmente a los artistas vinculados al grupo de Bloomsbury y la Escuela de Euston Road, así como a Henry Moore, Victor Pasmore, John Piper y Graham Sutherland, con quienes mantendría una estrecha amistad.
Tras el estallido de la II Guerra Mundial en 1939, puso en marcha el War Artists Advisory Committee, organismo que encargaría a creadores como Moore o Piper que plasmaran su visión de la contienda.
La muestra que hasta agosto puede verse en la Tate Britain se compone de obras que compusieron la rica colección personal de Clark y de trabajos de otros fondos privados o de museos a los que les facilitó su compra, para, a partir de ellas, analizar sus motivaciones como coleccionista y como impulsor de la democratización del arte del s XX.
Su faceta como divulgador cultural fue más allá del museo: está considerado precursor de los documentales para televisión, ya que sus capítulos de la serie “Civilisation”, emitida en 1969 en la cadena BBC y después en toda Europa, sentaron las bases de lo que hoy entendemos como documental televisivo. En 1953 fue nombrado presidente del Arts Council y, posteriormente, director de la Televisión Independiente.
Graduado en el Trinity College, fue Conservador de Bellas Artes del Ashmolean Museum entre 1931 y 1933 y director honorífico de la Pinacoteca Real y abogó siempre por estudiar el arte desde su imbricación en la vida y en los grandes enigmas del pensamiento humano, por romper su aislamiento social.
Sus libros dan fe de su amplísima cultura y del cariz humanista de su trayectoria: destacan Florentine Painting. Fifteenth Century, Introduction to Rembrandt y Rembrandt and the Italian Renaissance, The Gothic Revival, Aubrey Breasdley, Ruskin Today y los más recientes, y traducidos al castellano, El arte del paisaje, El desnudo, ¿Qué es una obra maestra? y Civilización.
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