Kara Walker, la continuidad del conflicto

El MACA de Alicante muestra sus fondos en la colección de Michael Jenkins y Javier Romero

Alicante,

No ofrecen lecturas unidireccionales y tampoco suscitan sensaciones fáciles: los trabajos de la artista californiana Kara Walker resultan estéticamente delicados, pero su belleza formal choca abruptamente con la violencia de los temas que abordan; entre los más habituales, el racismo, el apartheid, el impacto social de esa discriminación y el modo en que la historiografía la ha contado. Le interesa a esta autora enfrentarse a los dramas, propios y colectivos, ligados a la esclavitud, el sexo o la injusticia social, incidiendo en las idealizaciones proyectadas sobre lo que fueron vejaciones.

Sus procedimientos se han inspirado a menudo en las caricaturas recortadas sobre cartulina negra típicas de la corte francesa del siglo XVII, pero han evolucionado de las siluetas en papel de sus inicios a proyecciones que le permiten conectar con los antecedentes del cine, las linternas mágicas y el teatro de sombras.

Hasta el próximo septiembre y bajo el comisariado de Rosa María Castells, el Museo de Arte Contemporáneo de Alicante. MACA dedica a esta autora la muestra “Burning village”, que se nutre de sus obras presentes en los fondos de Michael Jenkins y Javier Romero; ambos donaron su colección a este centro en 2021 y el Museo ha planteado ya dos exposiciones a partir de las trescientas piezas de aproximadamente la mitad de autores contemporáneos que la componen, tanto jóvenes como consolidados, pero en su mayoría interesados por cuestiones sociales y políticas, como es el caso de Walker, y también vinculados a la ciudad de Nueva York, donde estos coleccionistas residen.

Tras las colectivas “Obertura Más allá de los mapas” y “Moving forward, Looking back”, la de Walker es la primera individual que nace de ese acervo y consta de más de cuarenta creaciones fechadas a lo largo de toda su trayectoria: dibujos, grabados, esculturas, libros de artista y uno de sus vídeos más recientes; la mayoría ya habían sido depositadas en el MACA, catorce de ellas han viajado para la ocasión desde Estados Unidos. Comprobaremos en el recorrido cómo, revisando esa tradición de los retratos de sombras, que no es solo característica de Francia sino también de la Inglaterra victoriana, además de conectar con aquellos teatros de sombras de la vanguardia o con las linternas mágicas, Walker se apropia de arquetipos y se vale del caos y el humor negro para revelar contradicciones en relación con pasadas nociones asentadas en torno a la raza, el poder, el sexo o todas aquellas distinciones que excusaron sistemas opresivos y discriminatorios. El ayer estadounidense y los mitos y realidades sobre los que asienta nuestra visión actual de ese país son la base de muchos de esos proyectos; atiende Walker sobre todo a las historias que han podido recordarse o transmitirse mal, a las perpetuaciones de clichés y a la posibilidad de generar nuevas narrativas históricas.

Kara Walker. Burning Village. Colección Michael Jenkins y Javier Romero del MACA
Kara Walker. Burning Village. Colección Michael Jenkins y Javier Romero del MACA

Los héroes no son completamente puros y los villanos no son puramente malvados. Me interesa la continuidad del conflicto, la creación de narrativas racistas o nacionalistas, o cualquier narrativa que la gente utilice para construir una identidad grupal y mantenerse unida.

Se inicia la exposición con piezas datadas a mediados de los noventa, como las siluetas recortadas en negro que integran I’ll Be a Monkey’s Uncle, y que volverá a utilizar años más tarde en Untitled (Monkey Grinder) o Restraint. Su uso no tiene únicamente que ver con cuestiones formales o con las evidentes dicotomías entre lo blanco y lo negro o la ausencia de grises, metafóricas a la hora de acercarse a determinados episodios históricos; sino con una mezcla de sus inquietudes técnicas y expresivas: Tuve una catarsis al observar las primeras variedades estadounidenses de recortes de siluetas. Lo que reconocí, además de la narrativa, la historicidad y el racismo, fue un desplazamiento muy físico: la paradoja de retirar una forma de una superficie en blanco que, a su vez, crea un agujero negro. Me impactó la ironía de que se abordaran tantas de mis preocupaciones: blanco/negro, agujero/totalidad, sombra/sustancia.

El manejo de dichas siluetas lo conjugó la artista con el de las técnicas habituales del grabado: sus aguafuertes y aguatintas se aproximan en sus resultados a los dibujos de tinta y aguada. En muchos de ellos aborda críticamente lecturas estereotipadas de la historia americana, encaminándose hacia lo grotesco: el esclavismo deviene narración fantástica en Vanishing Act, Cotton, Untitled (John Brown), Li’l Patch of Woods o Do just so… Su virtuosismo en la impresión lo desplegó, asimismo, en la serie aterciopelada The Emancipation Approximation, en la que alude a la violencia esclavista conjugando referencias griegas o afroamericanas; en los fotograbados Testimony, inspirados en una película previa, donde de nuevo da vida a siluetas negras recortadas; o en la suite An Unpeopled Land in Uncharted Waters, reflexión sobre la trata para la que empleó tanto dichas siluetas como técnicas de grabado, del aguafuerte al azúcar, aguatinta, spit-bite y la punta seca.

Contemplaremos, asimismo, en Alicante ocho dibujos en pequeño formato con el membrete de un hotel de Los Ángeles: espontáneos y de índole emocional, nos hablan de la importancia de este medio en el conjunto de la producción de Walker, desde un punto de vista preparatorio o autónomo.

Un conjunto de proyectos en el MACA recalcan que su mirar al pasado es, para la americana, un modo de tratar de entender su posición en el presente: nos referimos a Exodus of Confederates from Atlanta, donde combinó la litografía y la serigrafía para establecer un diálogo entre imágenes nuevas y antiguas ligadas a la Guerra de Secesión; y a Resurrection Story without Patrons. Este último lo llevó a cabo tras su estancia en la Academia Americana de Roma, que tendría muchas implicaciones para ella: el mito, el martirio y la iconografía del cristianismo se asocian aquí a representaciones de la esclavitud en América.

Completan esta muestra diversas esculturas en las que se refiere al pasado del colonialismo global o al sentido de los memoriales utilizando desde porcelana a acero cortado con láser y pintado en negro; tres libros de artista (uno de ellos ilustra poemas de Tony Morrison); el filme de animación Prince McVeigh and the Turner Blasphemies, en el que el terror racial se desenvuelve en una atmósfera de cuento de hadas; o el juego escultórico que da título a esta exhibición: Burning African Village Play Set with Big House and Lynching, en el que subvierte de nuevo la función original de las siluetas de papel recortado para enseñarnos los estereotipos asociados a los Estados del Sur, en una narración caótica de desenlace siempre infausto.

Uno de sus fines sigue siendo establecer continuidades: Los héroes no son completamente puros y los villanos no son puramente malvados. Me interesa la continuidad del conflicto, la creación de narrativas racistas o nacionalistas, o cualquier narrativa que la gente utilice para construir una identidad grupal y mantenerse unida.

Kara Walker. Burning Village. Colección Michael Jenkins y Javier Romero del MACA
Kara Walker. Burning Village. Colección Michael Jenkins y Javier Romero del MACA

 

 

“Kara Walker. Burning Village. Colección Michael Jenkins y Javier Romero del MACA”

MUSEO DE ARTE CONTEMPORÁNEO DE ALICANTE. MACA

Plaza de Santa María, 3

Alicante

Del 28 de febrero al 7 de septiembre de 2025

 

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