Empecé a tomar fotos por intuición. Descubrí que el mundo que me rodeaba era bello y esa belleza la podía retener con un disparo a través del rectángulo. Me enamoré de todo.
Así comenzó a trabajar la fotógrafa chilena Julia Toro, cuya producción recala por primera vez en España de la mano del Museo Lázaro Galdiano. Su obra, en blanco y negro, está guiada por la curiosidad, la fascinación por la sencillez y las relaciones humanas: en las sesenta imágenes que componen esta exposición, “Estado fotográfico”, encontraremos evocaciones del dolor, la ausencia, la fragilidad, el amor entre parejas o entre vecinos.
Toro se fija en detalles cotidianos en los que detecta expresividad -la curva de unos tacones, una pierna entrando en la bañera, una pipa humeante- y los prefiere a las vistas nítidas de conjuntos. Una parte de estas composiciones las llevó a cabo en su país durante la dictadura de Pinochet y vienen a retratar la vida pequeña entre la gente corriente, la que no deja de palpitar pese a yugos ajenos: las reuniones entre amigos, los almuerzos en familia, los paseos dominicales por el parque, los recitales de poesía, las risas y el cariño.

Las creaciones de esta artista, prima del escritor José Donoso y de vocación fotográfica tardía (se inició en el medio hacia sus cuarenta), sugiere introspección y nostalgia, se fije en trenes, bares, obreros o en escenas eróticas: ha sido una de las pocas autoras en cultivar el desnudo masculino. A unos y otros los mira con cercanía e incluso intimidad, como señaló el poeta Claudio Bertoni: Las fotografías de Julia me gustan porque hay sexo y pasión y dormitorios y manchas de hombres y mujeres por todas partes (…) porque nunca es cruel, porque siempre está enamorada de lo que fotografía, porque no se burla nunca de nadie, no expone, no delata, no se aprovecha, no es nunca desconsiderada con nadie.
Lo rutinario nos lo sirve la chilena sin pudor, pero con ternura, procurando que su presencia no modifique demasiado el comportamiento de sus modelos, pero a su vez recalcando que los contempla desde la emoción. Esta exhibición, comisariada por Rodrigo Gómez Rovira, no se ha planteado como retrospectiva, sino como repaso de sus miradas, llenas de naturalidad, a las relaciones personales. Sin embargo, en ellas se encuentra también la vida de Toro: La vida está llena de fotos. Si uno agudiza el ojo y pone atención, el ojo encuadra y recorta lo que te rodea. La fotografía es una pasión, un ojo salvaje que sale a disparar a su presa (…). Sigo haciéndolas porque quiero seguir viva.


Como fotógrafo emprendió su carrera igualmente Íñigo Navarro, para después trabajar como director de cine y guionista y, finalmente, zambullirse en la pintura.
Su actual exposición en el Lázaro Galdiano, “Ayer pisó tu sombra un tigre”, es un alegato a favor de esta última disciplina: sus lienzos de gran formato -en los que es posible apreciar ecos de los peculiares realismos cultivados por Neo Rauch y Michaël Borremans- se relacionan aquí con obras fundamentales de la colección de este museo, empezando por Modo de volar de Goya.
El Siglo de Oro es otro de sus referentes, así como el cine berlanguiano, la literatura y la música, y su paleta reducida, casi austera, ejerce cierto contraste con los elementos desconcertantes que incorpora a sus trabajos y que introducen en ellos ironía, además de constituir un modo de aproximar composiciones de raigambre clásica a la contemporaneidad.
Las conexiones de Navarro con Goya no son sólo formales o temáticas, sino también sentimentales: su madre era restauradora en el Museo del Prado e intervino alguna de las obras del aragonés, y fue en la pinacoteca donde este artista madrileño comenzó a fraguar la idea de dedicarse a la creación.

En Modo de volar, Goya nos presentó un hombre utilizando un artefacto con alas que, al parecer, le permitía elevarse; a Navarro le interesa consagrarse a una tarea que entiende, con razón, igual de complicada: devolver a la pintura figurativa su pasada relevancia institucional. Con ese fin trata de demostrar que la figuración también puede implicar rupturas y generar atmósferas propias hoy, lejanas a los caminos del pop art, la animación, el arte urbano o el universo digital.
Nos esperan en el Lázaro Galdiano, en un recorrido comisariado por Begoña Torres, carreras de galgos, peleas por balones, vuelos sin motor y máscaras que enlazan la inquietud y el divertimento; escenas a medio camino entre los cánones de la escuela española y los mencionados de la nueva figuración centroeuropea.
“Ayer pisó tu sombra un tigre” también tiene olor: el de una fragancia amaderada con huella floral que ha ideado Valérie Aucouturier, perfumista e historiadora, para abrir nuestros sentidos.

“Ayer pisó tu sombra un tigre”
Del 27 de septiembre al 23 de noviembre de 2025
“Estado Fotográfico. Julia Toro”
Del 11 de septiembre al 9 de noviembre de 2025
C/ Serrano, 122
Madrid
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